Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra бесплатное чтение

Tirso de Molina

El burlador de Sevilla y convidado de piedra

* * *

© ООО «Издательство АСТ», 2025

El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Рис.0 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra
Personas
Рис.1 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Don Diego Tenorio, viejo

Don Juan Tenorio, su hijo

Catalinón, lacayo

El Rey de Nápoles

El Duque Octavio

Don Pedro Tenorio, tío

El Marqués de la Mota

Don Gonzalo de Ulloa

El Rey de Castilla, Alfonso XI

Fabio, criado

Isabela, Duquesa

Tisbea, pescadora

Belisa, villana

Anfriso, pescador

Coridón, pescador

Gaseno, labrador

Batricio, labrador

Ripio, criado

Doña Ana de Ulloa

Aminta, labradora

Acompañamiento

Cantores

Guardas

Criados

Enlutados

Músicos

Pastores

Pescadores

Рис.2 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Acto I

Рис.3 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

[En Nápoles en el palacio real]

Salen don Juan Tenorio e Isabela, duquesa

Isabela
  • Duque Octavio, por aquí
  • podrás salir más seguro.
Juan
  • Duquesa, de nuevo os juro
  • de cumplir el dulce sí.
Isabela
  • ¿Mi gloria, serán verdades
  • promesas y ofrecimientos,
  • regalos y cumplimientos,
  • voluntades y amistades?
Juan
  • Sí, mi bien.
Isabela
  • Quiero sacar
  • una luz.
Juan
  • ¿Pues, para qué?
Isabela
  • Para que el alma dé fe
  • del bien que llego a gozar.
Рис.4 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Jose Garcia Ramos

Juan
  • Mataréte la luz yo.
Isabela
  • ¡Ah, cielo! Quién eres, hombre?
Juan
  • ¿Quién soy? Un hombre sin nombre.
Isabela
  • ¿Que no eres el duque?
Juan
  • No.
Isabela
  • ¡Ah de palacio!
Juan
  • Detente.
  • Dame, duquesa, la mano.
Isabela
  • No me detengas, villano.
  • ¡Ah del rey! ¡Soldados, gente!

Sale el Rey de Nápoles, con una vela en un candelero

Rey
  • ¿Qué es esto?
Isabela
  • ¡Favor! ¡Ay, triste,
  • que es el rey!
Rey
  • ¿Qué es?
Juan
  • ¿Qué ha de ser?
  • Un hombre y una mujer.
Rey
  • Esto en prudencia consiste.
  • ¡Ah de mi guarda! Prendé
  • a este hombre.
Isabela
  • ¡Ay, perdido honor!

Sale don Pedro Tenorio, embajador de España, y guarda

Pedro
  • ¿En tu cuarto, gran señor
  • voces? ¿Quién la causa fue?
Rey
  • Don Pedro Tenorio, a vos
  • esta prisión os encargo.
  • Si ando corto, andad vos largo.
  • Mirad quién son estos dos.
  • Y con secreto ha de ser,
  • que algún mal suceso creo;
  • porque si yo aquí los veo,
  • no me queda más que ver.

Vase el Rey

Pedro
  • Prendedle.
Juan
  • ¿Quién ha de osar?
  • Bien puedo perder la vida;
  • mas ha de ir tan bien vendida
  • que a alguno le ha de pesar.
Pedro
  • Matadle.
Juan
  • ¿Quién os engaña?
  • Resuelto en morir estoy,
  • porque caballero soy.
  • El embajador de España
  • llegue solo, que ha de ser
  • él quien me rinda.
Pedro
  • Apartad;
  • a ese cuarto os retirad
  • todos con esa mujer.

Vanse los otros

  • Ya estamos solos los dos;
  • muestra aquí tu esfuerzo y brío.
Juan
  • Aunque tengo esfuerzo, tío,
  • no le tengo para vos.
Pedro
  • Di quién eres.
Juan
  • Ya lo digo.
  • Tu sobrino.
Pedro
  • ¡Ay, corazón,
  • que temo alguna traición!
  • ¿Qué es lo que has hecho, enemigo?
  • ¿Cómo estás de aquesta suerte?
  • Dime presto lo que ha sido.
  • ¡Desobediente, atrevido!
  • Estoy por darte la muerte.
  • Acaba.
Juan
  • Tío y señor,
  • mozo soy y mozo fuiste;
  • y pues que de amor supiste,
  • tenga disculpa mi amor.
  • Y pues a decir me obligas
  • la verdad, oye y diréla.
  • Yo engañé y gocé a Isabela
  • la duquesa.
Pedro
  • No prosigas,
  • tente. ¿Cómo la engañaste?
  • Habla quedo, y cierra el labio.
Juan
  • Fingí ser el duque Octavio.
Pedro
  • No digas más. ¡Calla! ¡Baste!
  • Perdido soy si el rey sabe
  • este caso. ¿Qué he de hacer?
  • Industria me ha de valer
  • en un negocio tan grave.
  • Di, vil, ¿no bastó emprender
  • con ira y fiereza extraña
  • tan gran traición en España
  • con otra noble mujer,
  • sino en Nápoles también,
  • y en el palacio real
  • con mujer tan principal?
  • ¡Castíguete el cielo, amén!
  • Tu padre desde Castilla
  • a Nápoles te envió,
  • y en sus márgenes te dio
  • tierra la espumosa orilla
  • del mar de Italia, atendiendo
  • que el haberte recibido
  • pagaras agradecido,
  • y estás su honor ofendiendo.
  • ¡Y en tan principal mujer!
  • Pero en aquesta ocasión
  • nos daña la dilación.
  • Mira qué quieres hacer.
Juan
  • No quiero daros disculpa,
  • que la habré de dar siniestra,
  • mi sangre es, señor, la vuestra;
  • sacadla, y pague la culpa.
  • A esos pies estoy rendido,
  • y ésta es mi espada, señor.
Pedro
  • Alzate, y muestra valor,
  • que esa humildad me ha vencido.
  • ¿Atreveráste a bajar
  • por ese balcón?
Juan
  • Sí atrevo,
  • que alas en tu favor llevo.
Pedro
  • Pues yo te quiero ayudar.
  • Vete a Sicilia o Milán,
  • donde vivas encubierto.
Juan
  • Luego me iré.
Pedro
  • ¿Cierto?
Juan
  • Cierto.
Pedro
  • Mis cartas te avisarán
  • en qué para este suceso
  • triste, que causado has.
Juan
  • Para mí alegre dirás.
  • Que tuve culpa confieso.
Pedro
  • Esa mocedad te engaña.
  • Baja por ese balcón.
Juan
  • (Con tan justa pretensión,

Aparte

  • gozoso me parto a España).

Vase don Juan y entra el Rey

Pedro
  • Ejecutando, señor,
  • lo que mandó vuestra alteza,
  • el hombre…
Rey
  • ¿Murió?
Pedro
  • Escapóse
  • de las cuchillas soberbias.
Rey
  • ¿De qué forma?
Pedro
  • De esta forma:
  • aun no lo mandaste apenas,
  • cuando sin dar más disculpa,
  • la espada en la mano aprieta,
  • revuelve la capa al brazo,
  • y con gallarda presteza,
  • ofendiendo a los soldados
  • y buscando su defensa,
  • viendo vecina la muerte,
  • por el balcón de la huerta
  • se arroja desesperado.
  • Siguióle con diligencia
  • tu gente. Cuando salieron
  • por esa vecina puerta,
  • le hallaron agonizando
  • como enroscada culebra.
  • Levantóse, y al decir
  • los soldados, «¡Muera, muera!»,
  • bañado con sangre el rostro,
  • con tan heroica presteza
  • se fue, que quedé confuso.
  • La mujer, que es Isabela,
  • que para admirarte nombro
  • retirada en esa pieza,
  • dice que fue el duque Octavio
  • quien, con engaño y cautela,
  • la gozó.
Rey
  • ¿Qué dices?
Pedro
  • Digo
  • lo que ella propia confiesa.
Rey
  • ¡Ah, pobre honor! Si eres alma
  • del hombre, ¿por qué te dejan
  • en la mujer inconstante,
  • si es la misma ligereza?
  • ¡Hola!

Sale un criado

Criado
  • ¿Gran señor?
Rey
  • Traed
  • delante de mi presencia
  • esa mujer.
Pedro
  • Ya la guardia
  • viene, gran señor, con ella.

Trae la guarda a Isabela

Isabela
  • ¿Con qué ojos veré al rey?
Rey
  • Idos, y guardad la puerta
  • de esa cuadra. Di, mujer,
  • ¿qué rigor, qué airada estrella
  • te incitó, que en mi palacio,
  • con hermosura y soberbia,
  • profanases sus umbrales?
Isabela
  • Señor…
Rey
  • Calla, que la lengua
  • no podrá dorar el yerro
  • que has cometido en mi ofensa.
  • ¿Aquél era del duque Octavio?
Isabela
  • Sí, señor.
Rey
  • No importan fuerzas,
  • guardas, criados, murallas,
  • fortalecidas almenas,
  • para amor, que la de un niño
  • hasta los muros penetra.
  • Don Pedro Tenorio, al punto
  • a esa mujer llevad presa
  • a una torre, y con secreto
  • haced que al duque le prendan;
  • que quiero hacer que le cumpla
  • la palabra, o la promesa.
Isabela
  • Gran señor, volvedme el rostro.
Rey
  • Ofensa a mi espalda hecha,
  • es justicia y es razón
  • castigalla a espaldas vueltas.

Vase el Rey

Pedro
  • Vamos, duquesa.
Isabela
  • (Mi culpa [Aparte]
  • no hay disculpa que la venza,
  • mas no será el yerro tanto
  • si el duque Octavio lo enmienda).
  • Vanse todos

[En el palacio del duque Octavio]

Salen el duque Octavio, y Ripio su criado.

Ripio
  • ¿Tan de mañana, señor,
  • te levantas?
Octavio
  • No hay sosiego
  • que pueda apagar el fuego
  • que enciende en mi alma amor.
  • Porque, como al fin es niño,
  • no apetece cama blanda,
  • entre regalada holanda,
  • cubierta de blanco armiño.
  • Acuéstase. No sosiega.
  • Siempre quiere madrugar
  • por levantarse a jugar,
  • que al fin como niño juega.
  • Pensamientos de Isabela
  • me tienen, amigo, en calma;
  • que como vive en el alma,
  • anda el cuerpo siempre en vela,
  • guardando ausente y presente,
  • el castillo del honor.
Ripio
  • Perdóname, que tu amor
  • es amor impertinente.
Octavio
  • ¿Qué dices, necio?
Ripio
  • Esto digo,
  • impertinencia es amar
  • como amas. ¿Vas a escuchar?
Octavio
  • Sí, prosigue.
Ripio
  • Ya prosigo.
  • ¿Quiérete Isabela a ti?
Octavio
  • ¿Eso, necio, has de dudar?
Ripio
  • No, mas quiero preguntar,
  • ¿Y tú no la quieres?
Octavio
  • Sí.
Ripio
  • Pues, ¿no seré majadero,
  • y de solar conocido,
  • si pierdo yo mi sentido
  • por quien me quiere y la quiero?
  • Si ella a ti no te quisiera,
  • fuera bien el porfialla,
  • regalalla y adoralla,
  • y aguardar que se rindiera;
  • mas si los dos os queréis
  • con una mesma igualdad,
  • dime, ¿hay más dificultad
  • de que luego os desposéis?
Octavio
  • Eso fuera, necio, a ser
  • de lacayo o lavandera
  • la boda.
Ripio
  • Pues, ¿es quien quiera
  • una lavandriz mujer,
  • lavando y fregatrizando,
  • defendiendo y ofendiendo,
  • los paños suyos tendiendo,
  • regalando y remendando?
  • Dando, dije, porque al dar
  • no hay cosa que se le iguale,
  • y si no, a Isabela dale,
  • a ver si sabe tomar.

Sale un criado

Criado
  • El embajador de España
  • en este punto se apea
  • en el zaguán, y desea,
  • con ira y fiereza extraña,
  • hablarte, y si no entendí
  • yo mal, entiendo es prisión.
  • Octavio¿Prisión? Pues, ¿por qué ocasión?
  • Decid que entre.
  • Entra Don Pedro Tenorio con guardas
Pedro
  • Quien así
  • con tanto descuido duerme,
  • limpia tiene la conciencia.
Octavio
  • Cuando viene vueselencia
  • a honrarme y favorecerme,
  • no es justo que duerma yo.
  • Velaré toda mi vida.
  • ¿a qué y por qué es la venida?
Pedro
  • Porque aquí el rey me envió.
Octavio
  • Si el rey mi señor se acuerda
  • de mí en aquesta ocasión,
  • será justicia y razón
  • que por él la vida pierda.
  • Decidme, señor, ¿qué dicha
  • o qué estrella me ha guiado,
  • que de mí el rey se ha acordado?
Pedro
  • Fue, duque, vuestra desdicha.
  • Embajador del rey soy.
  • De él os traigo una embajada.
Octavio
  • Marqués, no me inquieta nada.
  • Decid, que aguardando estoy.
Pedro
  • A prenderos me ha enviado
  • el rey. No os alborotéis.
Octavio
  • ¿Vos por el rey me prendéis?
  • Pues, ¿en qué he sido culpado?
Pedro
  • Mejor lo sabéis que yo,
  • mas, por si acaso me engaño,
  • escuchad el desengaño,
  • y a lo que el rey me envió.
  • Cuando los negros gigantes,
  • plegando funestos toldos
  • ya del crepúsculo huían,
  • unos tropezando en otros,
  • estando yo con su alteza,
  • tratando ciertos negocios,
  • porque antípodas del sol
  • son siempre los poderosos,
  • voces de mujer oímos,
  • cuyos ecos medio roncos,
  • por los artesones sacros
  • nos repitieron «¡Socorro!»
  • A las voces y al ruido
  • acudió, duque, el rey propio,
  • halló a Isabela en los brazos
  • de algún hombre poderoso;
  • mas quien al cielo se atreve
  • sin duda es gigante o monstruo.
  • Mandó el rey que los prendiera,
  • quedé con el hombre solo.
  • Llegué y quise desarmalle,
  • pero pienso que el demonio
  • en él formó forma humana,
  • pues que, vuelto en humo, y polvo,
  • se arrojó por los balcones,
  • entre los pies de esos olmos,
  • que coronan del palacio
  • los chapiteles hermosos.
  • Hice prender la duquesa,
  • y en la presencia de todos
  • dice que es el duque Octavio
  • el que con mano de esposo
  • la gozó.
Octavio
  • ¿Qué dices?
Pedro
  • Digo
  • lo que al mundo es ya notorio,
  • y que tan claro se sabe,
  • que a Isabela, por mil modos,

[la tiene presa el rey].

  • Con vos, señor, o con otro,
  • esta noche en el palacio,
  • la habemos hallado todos.
Octavio
  • Dejadme, no me digáis
  • tan gran traición de Isabela,
  • mas… ¿si fue su amor cautela?
  • Proseguid, ¿por qué calláis?
  • Mas, si veneno me dais

Aparte

  • a un firme corazón toca,
  • y así a decir me provoca
  • que imita a la comadreja,
  • que concibe por la oreja,
  • para parir por la boca.
  • ¿Será verdad que Isabela,
  • alma, se olvidó de mí
  • para darme muerte? Sí,
  • que el bien suena y el mal vuela.
  • Ya el pecho nada recela,
  • juzgando si son antojos,
  • que por darme más enojos,
  • al entendimiento entró,
  • y por la oreja escuchó,
  • lo que acreditan los ojos.
  • Señor marqués, es posible
  • que Isabela me ha engañado,
  • y que mi amor ha burlado.
  • Parece cosa imposible.
  • ¡Oh mujer, ley tan terrible
  • de honor, a quien me provoco
  • a emprender! Mas ya no toco
  • en tu honor esta cautela.
  • ¿Anoche con Isabela
  • hombre en palacio? Estoy loco.
Pedro
  • Como es verdad que en los vientos
  • hay aves, en el mar peces,
  • que participan a veces
  • de todos cuatro elementos;
  • como en la gloria hay contentos,
  • lealtad en el buen amigo,
  • traición en el enemigo,
  • en la noche oscuridad,
  • y en el día claridad,
  • y así es verdad lo que digo.
Octavio
  • Marqués, yo os quiero creer,
  • ya no hay cosa que me espante,
  • que la mujer más constante
  • es, en efecto, mujer.
  • No me queda más que ver,
  • pues es patente mi agravio.
Pedro
  • Pues que sois prudente y sabio
  • elegid el mejor medio.
Octavio
  • Ausentarme es mi remedio.
Pedro
  • Pues sea presto, duque Octavio.
Octavio
  • Embarcarme quiero a España,
  • y darle a mis males fin.
Pedro
  • Por la puerta del jardín,
  • duque, esta prisión se engaña.
Octavio
  • ¡Ah veleta, ah débil caña!
  • A más furor me provoco,
  • y extrañas provincias toco,
  • huyendo de esta cautela.
  • Patria, adiós. ¿Con Isabela
  • hombre en palacio? Estoy loco.

Vanse todos.

[En la playa de Tarragona.]

Sale Tisbea, pescadora, con una caña de pescar en la mano.

Tisbea
  • Yo, de cuantas el mar,
  • pies de jazmín y rosas,
  • en sus riberas besa,
  • con fugitivas olas,
  • sola de amor exenta,
  • como en ventura sola,
  • tirana me reservo
  • de sus prisiones locas.
  • Aquí donde el sol pisa
  • soñolientas las ondas,
  • alegrando zafiros
  • las que espantaba sombras,
Рис.5 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Joshua Cristall

  • por la menuda arena,
  • unas veces aljófar,
  • y átomos otras veces
  • del sol, que así le adora,
  • oyendo de las aves
  • las quejas amorosas,
  • y los combates dulces
  • del agua entre las rocas,
  • ya con la sutil caña,
  • que el débil peso dobla
  • del tierno pececillo,
  • que el mar salado azota,
  • o ya con la atarraya,
  • que en sus moradas hondas
  • prende en cuantos habitan
  • aposentos de conchas,
  • seguramente tengo
  • que en libertad se goza
  • el alma, que amor áspid
  • no le ofende ponzoña.
  • En pequeñuelo esquife,
  • ya en compañía de otras,
  • tal vez al mar le peino
  • la cabeza espumosa.
  • Y cuando más perdidas
  • querellas de amor forman,
  • como de todos río
  • envidia soy de todas.
  • Dichosa yo mil veces,
  • Amor, pues me perdonas,
  • si ya por ser humilde
  • no desprecias mi choza.
  • Obeliscos de paja
  • mi edificio coronan,
  • nidos, si no a cigüeñas,
  • a tortolillas locas.
  • Mi honor conservo en pajas
  • como fruta sabrosa,
  • vidrio guardado en ellas
  • para que no se rompa.
  • De cuantos pescadores
  • con fuego Tarragona
  • de piratas defiende
  • en la argentada costa,
  • desprecio soy, encanto,
  • a sus suspiros sorda,
  • a sus ruegos terrible,
  • a sus promesas roca.
  • Anfriso, a quien el cielo,
  • con mano poderosa,
  • prodigó un cuerpo y alma
  • dotado en gracias todas,
  • medido en las palabras,
  • liberal en las obras,
  • sufrido en los desdenes,
  • modesto en las congojas,
  • mis pajizos umbrales,
  • que heladas noches ronda,
  • a pesar de los tiempos
  • las mañanas remoza,
  • pues con los ramos verdes,
  • que de los olmos corta,
  • cubiertos amanecen
  • de flores sin lisonjas.
  • Ya con vigüelas dulces,
  • y sutiles zampoñas,
  • músicas me consagra,
  • y todo no le importa,
  • porque en tirano imperio
  • vivo de amor señora,
  • que halla gusto en sus penas,
  • y en sus infiernos gloria.
  • Todas por él se mueren,
  • y yo, todas las horas,
  • le mato con desdenes,
  • de amor condición propia;
  • querer donde aborrecen,
  • despreciar donde adoran,
  • que si le alegran muere,
  • y vive si le oprobian.
  • En tan alegre día,
  • segura de lisonjas,
  • mis juveniles años
  • amor no los malogra;
  • que en edad tan florida,
  • Amor, no es suerte poca,
  • no ver, tratando en redes,
  • las tuyas amorosas.
  • Pero, necio discurso,
  • que mi ejercicio estorbas,
  • en él no me diviertas
  • en cosa que no importa.
  • Quiero entregar la caña
  • al viento, y a la boca
  • del pececillo el cebo.
  • ¡Pero al agua se arrojan
  • dos hombres de una nave,
  • antes que el mar la sorba,
  • que sobre el agua viene,
  • y en un escollo aborda!
  • Como hermoso pavón
  • hacen las velas ola,
  • adonde los pilotos
  • todos los ojos pongan.
  • Las olas va escarbando,
  • y ya su orgullo y pompa
  • casi la desvanece,
  • agua un costado toma.
  • Hundióse, y dejó al viento
  • la gavia, que la escoja
  • para morada suya,
  • que un loco en gavias mora.

Dentro gritos de «¡Que me ahogo!»

Tisbea
  • Un hombre al otro aguarda,
  • que dice que se ahoga.
  • ¡Gallarda cortesía,
  • en los hombros le toma!
  • Anquises le hace Eneas
  • si el mar está hecho Troya.
  • Ya nadando, las aguas
  • con valentía corta,
  • y en la playa no veo
  • quien lo ampare y socorra.
  • Daré voces. ¡Tirso,
  • Anfriso, Alfredo, hola!
  • Pescadores me miran,
  • plega a Dios que me oigan,
  • mas milagrosamente
  • ya tierra los dos toman,
  • sin aliento el que nada,
  • con vida el que le estorba.

Saca en brazos Catalinon a don Juan, mojados

Catalinon
  • ¡Válgame la Cananea,
  • y qué salado es el mar!
  • Aquí puede bien nadar
  • el que salvarse desea,
  • que allá dentro es desatino
  • donde la muerte se fragua.
  • Donde Dios juntó tanta agua
  • ¿no juntara tanto vino?
  • Agua, y salada. Extremada
  • cosa para quien no pesca.
  • Si es mala aun el agua fresca,
  • ¿qué será el agua salada?
  • ¡Oh, quién hallara una fragua
  • de vino, aunque algo encendido!
  • Si del agua que he bebido
  • hoy escapo, no más agua.
  • Desde hoy abrenuncio de ella,
  • que la devoción me quita
  • tanto, que aun agua bendita
  • no pienso ver, por no vella.
  • ¿Ah señor! Helado y frío
  • está. ¿Si estará ya muerto?
  • Del mar fue este desconcierto,
  • y mío este desvarío.
  • ¡Mal haya aquél que primero
  • pinos en el mar sembró
  • y el que sus rumbos midió
  • con quebradizo madero!
  • ¡Maldito sea el vil sastre
  • que cosió el mar que dibuja
  • con astronómica aguja,
  • causando tanto desastre!
  • ¡Maldito sea Jasón,
  • y Tifis maldito sea!
  • Muerto está. No hay quien lo crea.
  • ¡Mísero Catalinón!
  • ¿Qué he de hacer?
Tisbea
  • Hombre, ¿qué tienes?
Catalinon
  • En desventura iguales,
  • pescadora, muchos males,
  • y falta de muchos bienes.
  • Veo, por librarme a mí,
  • sin vida a mi señor. Mira
  • si es verdad.
Tisbea
  • No, que aun respira.
Catalinon
  • ¿Por dónde, por aquí?
Tisbea
  • Sí,
  • pues, ¿por dónde…?
Catalinon
  • Bien podía
  • respirar por otra parte.
Tisbea
  • Necio estás.
Catalinon
  • Quiero besarte
  • las manos de nieve fría.
Tisbea
  • Ve a llamar los pescadores
  • que en aquella choza están.
Catalinon
  • ¿Y si los llamo, ¿vendrán?
Tisbea
  • Vendrán preso, no lo ignores.
  • ¿Quién es este caballero?
Catalinon
  • Es hijo aqueste señor
  • del camarero mayor
  • del rey, por quien ser espero
  • antes de seis días Conde
  • en Sevilla, a donde va,
  • y adonde su alteza está,
  • si a mi amistad corresponde.
Tisbea
  • ¿Cómo se llama?
Catalinon
  • Don Juan
  • Tenorio.
Tisbea
  • Llama mi gente.
Catalinon
  • Ya voy.

Vase Сatalinon.

Coge en el regazo Tisbea a don Juan

Tisbea
  • Mancebo excelente,
  • gallardo, noble y galán.
  • Volved en vos, caballero.
Juan
  • ¿Dónde estoy?
Tisbea
  • Ya podéis ver,
  • en brazos de una mujer.
Juan
  • Vivo en vos, si en el mar muero.
  • Ya perdí todo el recelo
  • que me pudiera anegar,
  • pues del infierno del mar
  • salgo a vuestro claro cielo.
  • Un espantoso huracán
  • dio con mi nave al través,
  • para arrojarme a esos pies,
  • que abrigo y puerto me dan,
  • y en vuestro divino oriente
  • renazco, y no hay que espantar,
  • pues veis que hay de amar a mar
  • una letra solamente.
Tisbea
  • Muy grande aliento tenéis
  • para venir sin aliento,
  • y tras de tanto tormento,
  • mucho contento ofrecéis;
  • pero si es tormento el mar,
  • y son sus ondas crueles,
  • la fuerza de los cordeles,
  • pienso que os hacen hablar.
  • Sin duda que habéis bebido
  • del mar la ración pasada,
  • pues por ser de agua salada
  • con tan grande sal ha sido.
  • Mucho habláis cuando no habláis,
  • y cuando muerto venís,
  • mucho al parecer sentís,
  • plega a Dios que no mintáis.
  • Parecéis caballo griego,
  • que el mar a mis pies desagua,
  • pues venís formado de agua,
  • y estáis preñado de fuego.
  • Y si mojado abrasáis,
  • estando enjuto, ¿qué haréis?
  • Mucho fuego prometéis,
  • plega a Dios que no mintáis.
Рис.6 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Pierre-Antoine Baudouin

Juan
  • A Dios, zagala, pluguiera
  • que en el agua me anegara,
  • para que cuerdo acabara,
  • y loco en vos no muriera;
  • que el mar pudiera anegarme
  • entre sus olas de plata,
  • que sus límites desata,
  • mas no pudiera abrasarme.
  • Gran parte del sol mostráis,
  • pues que el sol os da licencia,
  • pues sólo con la apariencia,
  • siendo de nieve abrasáis.
Tisbea
  • Por más helado que estáis,
  • tanto fuego en vos tenéis,
  • que en este mío os ardéis,
  • plega a Dios que no mintáis.

Sale Catalinon, Coridon y Anfriso, pescadores

Catalinon
  • Ya vienen todos aquí.
Tisbea
  • Y ya está tu fuego vivo.
Juan
  • Con tu presencia recibo
  • el aliento que perdí.
Coridon
  • ¿Qué nos mandas?
Tisbea
  • Coridón,
  • Anfriso, amigos…
Coridon
  • Todos
  • buscamos por varios modos
  • esta dichosa ocasión.
  • Di qué nos mandas, Tisbea,
  • que por labios de clavel
  • no lo habrás mandado a aquél
  • que idolotrarte desea,
  • apenas, cuando al momento,
  • sin reservar llanto, o sierra,
  • surque el mar, are la tierra,
  • tale el fuego y pare el viento.
Tisbea
  • ¡Oh, qué mal me parecía
  • estas lisonjas ayer,
  • y hoy echo en ellas de ver
  • que sus labios no mentían!
  • Estando, amigos, pescando
  • sobre este peñasco, vi
  • hundirse una nave allí,
  • y entre las olas nadando
  • dos hombres, y compasiva
  • di voces que nadie oyó;
  • y en tanta aflicción llegó
  • libre de la furia esquiva
  • del mar, sin vida a la arena,
  • de éste en los hombros cargado,
  • un hidalgo, ya anegado;
  • y envuelta en tan triste pena,
  • a llamaros envié.
Anfriso
  • Pues aquí todos estamos,
  • manda que en tu gusto hagamos,
  • lo que pensado no fue.
Tisbea
  • Que a mi choza los llevemos
  • quiero, donde guarecidos
  • reparemos sus vestidos
  • y a ellos los regalemos,
  • que mi padre gusta mucho
  • de esta debida piedad.
Catalinon
  • Extremada es su beldad.
Juan
  • Escucha aparte.
Catalinon
  • Ya escucho.
Juan
  • Si te pregunta quién soy,
  • di que no sabes.
Catalinon
  • ¿A mí
  • quieres advertirme aquí
  • lo que he de hacer?
Juan
  • Muerto voy
  • por la hermosa pescadora.
  • Esta noche he de gozalla.
Catalinon
  • ¿De qué suerte?
Juan
  • Ven y calla.
Coridon
  • Anfriso, dentro de un hora
  • los pescadores prevén
  • que cantan y bailan.
Anfriso
  • Vamos,
  • y esta noche nos hagamos
  • rajas, y paños también.
Juan
  • Muerto soy.
Tisbea
  • ¿Cómo, si andáis?
Juan
  • Ando en pena, como veis.
Tisbea
  • Mucho habláis.
Juan
  • Mucho encendéis.
Tisbea
  • Plega a Dios que no mintáis.

Vanse todos

[En Sevilla, en el palacio real]

Salen don Gonzalo de Ulloa y el Rey don Alonso de Castilla

Rey
  • ¿Cómo os ha sucedido en la embajada,
  • comendador mayor?
Gonzalo
  • Hallé en Lisboa
  • al rey don Juan tu primo, previniendo
  • treinta naves de armada.
Rey
  • ¿Y para dónde?
Gonzalo
  • Para Goa me dijo, mas yo entiendo
  • que a otra empresa más fácil apercibe;
  • a Ceuta, o Tánger pienso que pretende
  • cercar este verano.
Rey
  • Dios le ayude,
  • y premie el cielo de aumentar su gloria.
  • ¿Qué es lo que concertasteis?
Gonzalo
  • Señor, pide
  • a Cerpa, y Mora, y Olivencia, y Toro,
  • y por eso te vuelve a Villaverde,
  • al Almendral, a Mértola, y Herrera
  • entre Castilla y Portugal.
Rey
  • Al punto
  • se firman los conciertos, don Gonzalo;
  • mas decidme primero cómo ha ido
  • en el camino, que vendréis cansado,
  • y alcanzado también.
Gonzalo
  • Para serviros,
  • nunca, señor, me canso.
Rey
  • ¿Es buena tierra
  • Lisboa?
Gonzalo
  • La mayor ciudad de España.
  • Y si mandas que diga lo que he visto
  • de lo exterior y célebre, en un punto
  • en tu presencia te podré un retrato.
Rey
  • Gustaré de oíllo. Dadme silla.
Gonzalo
  • Es Lisboa una octava maravilla.
  • De las entrañas de España,
  • que son las tierras de Cuenca,
  • nace el caudaloso Tajo,
  • que media España atraviesa.
  • Entra en el mar Oceano,
  • en las sagradas riberas
  • de esta ciudad por la parte
  • del sur; mas antes que pierda
  • su curso y su claro nombre
  • hace un cuarto entre dos sierras
  • donde están de todo el orbe
  • barcas, naves, caravelas.
  • Hay galeras y saetías,
  • tantas que desde la tierra
  • para una gran ciudad
  • adonde Neptuno reina.
  • A la parte del poniente,
  • guardan del puerto dos fuerzas,
  • de Cascaes y Sangián,
  • las más fuertes de la tierra.
  • Está de esta gran ciudad,
  • poco más de media legua,
  • Belén, convento del santo
  • conocido por la piedra
  • y por el león de guarda,
  • donde los reyes y reinas,
  • católicos y cristianos,
  • tienen sus casa perpetuas.
  • Luego esta máquina insigne,
  • desde Alcántara comienza
  • una gran legua a tenderse
  • al convento de Jabregas.
  • En medio está el valle hermoso
  • coronado de tres cuestas,
  • que quedara corto Apeles
  • cuando pintarlas quisiera,
  • porque miradas de lejos
  • parecen piñas de perlas,
  • que están pendientes del cielo,
  • en cuya grandeza inmensa
  • se ven diez Romas cifradas
  • en conventos y en iglesias,
  • en edificios y calles,
  • en solares y encomiendas,
  • en las letras y en las armas,
  • en la justicia tan recta,
  • y en una Misericordia,
  • que está honrando su ribera,
  • y pudiera honrar a España,
  • y aun enseñar a tenerla.
  • Y en lo que yo más alabo
  • de esta máquina soberbia,
  • es que del mismo castillo,
  • en distancia de seis leguas,
  • se ven sesenta lugares
  • que llega el mar a sus puertas,
  • uno de los cuales es
  • el Convento de Olivelas,
  • en el cual vi por mis ojos
  • seiscientas y treinta celdas,
  • y entre monjas y beatas,
  • pasan de mil y doscientas.
  • Tiene desde allí a Lisboa,
  • en distancia muy pequeña,
  • mil y ciento y treinta quintas,
  • que en nuestra provincia Bética
  • llaman cortijos, y todas
  • con sus huertos y alamedas.
  • En medio de la ciudad
  • hay una plaza soberbia,
  • que se llama del Ruzio,
  • grande, hermosa, y bien dispuesta,
  • que habrá cien años y aun más
  • que el mar bañaba su arena,
  • y agora de ella a la mar,
  • hay treinta mil casas hechas,
  • que perdiendo el mar su curso,
  • se tendió a partes diversas.
  • Tiene una calle que llaman
  • Rúa Nova, o calle nueva,
  • donde se cifra el oriente
  • en grandezas y riquezas,
  • tanto que el rey me contó
  • que hay un mercader en ella,
  • que por no poder contarlo,
  • mide el dinero a fanegas.
  • El terrero, donde tiene
  • Portugal su casa regia
  • tiene infinitos navíos,
  • varados siempre en la tierra,
  • de solo cebada y trigo,
  • de Francia y Ingalaterra.
  • Pues, el palacio real,
  • que el Tajo sus manos besa,
  • es edificio de Ulises,
  • que basta para grandeza,
  • de quien toma la ciudad
  • nombre en la latina lengua,
  • llamándose Ulisibona,
  • cuyas armas son la esfera,
  • por pedestal de las llagas,
  • que, en la batalla sangrienta,
  • al rey don Alfonso Enríquez
  • dio la majestad inmensa.
  • Tiene en su gran Tarazana
  • diversas naves, y entre ellas
  • las naves de la conquista,
  • tan grandes, que de la tierra
  • miradas, juzgan los hombres
  • que tocan en las estrellas.
  • Y lo que de esta ciudad
  • te cuento por excelencia,
  • es, que estando sus vecinos
  • comiendo, desde las mesas,
  • ven los copos del pescado
  • que junto a sus puertas pescan
  • que, bullendo entre las redes,
  • vienen a entrarse por ellas.
  • Y sobre todo el llegar
  • cada tarde a su ribera
  • más de mil barcos cargados
  • de mercancías diversas,
  • y de sustento ordinario,
  • pan, aceite, vino y leña,
  • frutas de infinita suerte,
  • nieve de sierra de Estrella,
  • que por las calles a gritos,
  • puesta sobre las cabezas,
  • la venden; mas, ¿qué me canso?
  • porque es contar las estrellas,
  • querer contar una parte
  • de la ciudad opulenta.
  • Ciento y treinta mil vecinos
  • tiene, gran señor, por cuenta,
  • y por no cansarte más,
  • un rey que tus manos besa.
Rey
  • Más estimo, don Gonzalo,
  • escuchar de vuestra lengua
  • esa relación sucinta,
  • que haber visto su grandeza.
  • ¿Tenéis hijos?
Gonzalo
  • Gran señor,
  • una hija hermosa y bella,
  • en cuyo rostro divino
  • se esmeró naturaleza.
Rey
  • Pues yo os la quiero casar
  • de mi mano.
Gonzalo
  • Como sea
  • tu gusto, digo, señor,
  • que yo la acepto por ella;
  • pero ¿quién es el esposo?
Rey
  • Aunque no está en esta tierra,
  • es de Sevilla, y se llama
  • don Juan Tenorio.
Gonzalo
  • Las nuevas
  • voy a llevar a doña Ana.
  • [que ilustre esposo le espera].
Rey
  • Id en buena hora, y volved,
  • Gonzalo, con la respuesta.

Vanse todos

[En la plaza de Tarragona]

Salen don Juan Tenorio y Catalinon

Juan
  • Esas dos yeguas prevén,
  • pues acomodadas son.
Catalinon
  • Aunque soy Catalinón,
  • soy, señor, hombre de bien,
  • que no se dijo por mí,
  • «Catalinón es el hombre,»
  • que sabes que aquese nombre
  • me asienta al revés aquí.
Juan
  • Mientras que los pescadores
  • van de regocijo y fiesta,
  • tú las dos yeguas apresta,
  • que de sus pies voladores,
  • solo nuestro engaño fío.
Рис.7 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Johann Georg Pforr

Catalinon
  • ¿Al fin pretendes gozar
  • a Tisbea?
Juan
  • Si el burlar
  • es hábito antiguo mío,
  • ¿qué me preguntas, sabiendo
  • mi condición?
Catalinon
  • Ya sé que eres
  • castigo de las mujeres.
Juan
  • Por Tisbea estoy muriendo,
  • que es buena moza.
Catalinon
  • Buen pago
  • a su hospedaje deseas.
Juan
  • Necio, lo mismo hizo Eneas
  • con la reina de Cartago.
Catalinon
  • Los que fingís y engañáis
  • las mujeres de esa suerte,
  • lo pagaréis en la muerte.
Juan
  • ¡Qué largo me lo fiáis!
  • Catalinón con razón
  • te llaman.
Catalinon
  • Tus pareceres
  • sigue, que en burlar mujeres
  • quiero ser Catalinón.
  • Ya viene la desdichada.
Juan
  • Vete, y las yeguas prevén.
Catalinon
  • Pobre mujer, harto bien
  • te pagamos la posada.

Vase Catalinon y sale Tisbea

Tisbea
  • El rato que sin ti estoy
  • estoy ajena de mí.
Juan
  • Por lo que finges ansí,
  • ningún crédito te doy.
Tisbea
  • ¿Por qué?
Juan
  • Porque si me amaras
  • mi alma favorecieras.
Tisbea
  • Tuya soy.
Juan
  • Pues, di, ¿qué esperas?
  • ¿O en qué, señora, reparas?
Tisbea
  • Reparo en que fue castigo
  • de amor el que he hallado en ti.
Juan
  • Si vivo, mi bien, en ti,
  • a cualquier cosa me obligo,
  • aunque yo sepa perder
  • en tu servicio la vida,
  • la diera por bien perdida,
  • y te prometo de ser
  • tu esposo.
Tisbea
  • Doy desigual
  • a tu ser.
Juan
  • Amor es rey
  • que iguala con justa ley
  • la seda con el sayal.
Tisbea
  • Casi te quiero creer,
  • mas sois los hombres traidores.
Juan
  • ¿Posible es, mi bien, que ignores
  • mi amoroso proceder?
  • Hoy prendes con tus cabellos
  • mi alma.
Tisbea
  • Ya a ti me allano,
  • bajo la palabra y mano
  • de esposo.
Juan
  • Juro, ojos bellos,
  • que mirando me matáis,
  • de ser vuestro esposo.
Tisbea
  • Advierte,
  • mi bien, que hay Dios y que hay muerte.
Juan
  • ¡Qué largo me lo fiáis!
  • Ojos bellos, mientras viva
  • yo vuestro esclavo seré,
  • ésta es mi mano y mi fe.
Tisbea
  • No seré en pagarte esquiva.
Juan
  • Ya en mí mismo no sosiego.
Tisbea
  • Ven, y será la cabaña
  • del amor que me acompaña,
  • tálamo de nuestro fuego.
  • Entre estas cañas te esconde,
  • hasta que tenga lugar.
Juan
  • ¿Por dónde tengo de entrar?
Tisbea
  • Ven, y te diré por dónde.
Juan
  • Gloria al alma, mi bien, dais.
Tisbea
  • Esa voluntad te obligue,
  • y si no, Dios te castigue.
Juan
  • ¡Qué largo me lo fiáis!

Vanse y salen Coridon, Anfriso, Belisa y Musicos.

Coridon
  • Ea, llamad a Tisbea,
  • y las zagalas llamad,
  • para que en la soledad
  • el huésped la corte vea.
Anfriso
  • ¡Tisbea, Lucindo, Antandra!
  • No vi cosa más cruel,
  • triste y mísero de aquél
  • que en su fuego es salamandra.
  • Antes que el baile empecemos,
  • a Tisbea prevengamos.
Belisa
  • Vamos a llamarla.
Coridon
  • Vamos.
Belisa
  • A su cabaña lleguemos.
Coridon
  • ¿No ves que estará ocupada
  • con los huéspedes dichosos,
  • de quien hay mil envidiosos?
Anfriso
  • Siempre es Tisbea envidiada.
Belisa
  • Cantad algo mientras viene,
  • porque queremos bailar.
Anfriso
  • ¿Cómo podrá descansar
  • cuidado que celos tiene?

Cantan

Musicos
  • «A pescar sale la niña,
  • tendiendo redes,
  • y en lugar de pececillos,
  • las almas prende.»

Sale Tisbea.

Tisbea
  • ¡Fuego, fuego, que me quemo,
  • que mi cabaña se abrasa!
  • Repicad a fuego, amigos,
  • que ya dan mis ojos agua.
  • Mi pobre edificio queda
  • hecho otra Troya en las llamas,
  • que después que faltan Troyas,
  • quiere amor quemar cabañas;
  • mas si amor abrasa peñas,
  • con gran ira, fuerza extraña,
  • mal podrán de su rigor
  • reservarse humildes pajas.
  • ¡Fuego, zagales, fuego, agua, agua!
  • Amor, clemencia, que se abrasa el alma.
  • Ay choza, vil instrumento
  • de mi deshonra, y mi infamia,
  • cueva de ladrones fiera,
  • que mis agravios amparas.
  • Rayos de ardientes estrellas
  • en tus cabelleras caigan,
  • porque abrasadas estén,
  • si del viento mal peinadas.
  • ¡Ah falso huésped, que dejas
  • una mujer deshonrada!
  • Nube que del mar salió,
  • para anegar mis entrañas.
  • ¡Fuego, zagales, fuego, agua, agua!
  • Amor, clemencia, que se abrasa el alma.
  • Yo soy la que hacía siempre
  • de los hombres burla tanta.
  • ¡Que siempre las que hacen burla,
  • vienen a quedar burladas!
  • Engañóme el caballero
  • debajo de fe y palabra
  • de marido, y profanó
  • mi honestidad y mi cama.
  • Gozóme al fin, y yo propia
  • le di a su rigor las alas,
  • en dos yeguas que crié,
  • con que me burló y se escapa.
  • Seguidle todos, seguidle,
  • mas no importa que se vaya,
  • que en la presencia del rey
  • tengo de pedir venganza.
  • ¡Fuego, zagales, fuego, agua, agua!
  • Amor, clemencia, que se abrasa el alma.

Vase Tisbea.

Coridon
  • Seguid al vil caballero.
Anfriso
  • Triste del que pena y calla,
  • mas vive el cielo que en él
  • me he de vengar de esta ingrata.
  • Vamos tras ella nosotros,
  • porque va desesperada,
  • y podrá ser que ella vaya
  • buscando mayor desgracia.
Coridon
  • Tal fin la soberbia tiene,
  • su locura y confianza
  • paró en esto.

Dentro se oye gritando Tisbea «¡Fuego, fuego!»

Anfriso
  • Al mar se arroja.
Coridon
  • Tisbea, detente y para.
Tisbea
  • ¡Fuego, zagales, fuego, agua, agua!
  • Amor, clemencia, que se abrasa el alma.

Fin del acto primero

Рис.8 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Acto II

Рис.3 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

[En Sevilla, el palacio real]

Salen el Rey y don Diego Tenorio, el viejo

Rey
  • ¿Qué me dices?
Don Diego
  • Señor, la verdad digo.
  • Por esta carta estoy del caso cierto,
  • que es de tu embajador y de mi hermano;
  • halláronle en la cuadra del rey mismo
  • con una hermosa dama de palacio.
Rey
  • ¿Qué calidad?
Don Diego
  • Señor, es la duquesa
  • Isabela.
Rey
  • ¿Isabela?
Don Diego
  • Por lo menos.
Rey
  • ¡Atrevimiento temerario! ¿Y dónde
  • ahora está?
Рис.9 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Adolphe Jean-Baptiste Bayot

Don Diego
  • Señor, a vuestra alteza
  • no he de encubrille la verdad: anoche
  • a Sevilla llegó con un criado.
Rey
  • Ya conocéis, Tenorio, que os estimo,
  • y al rey informaré del caso luego,
  • casando a ese rapaz con Isabela,
  • volviendo a su sosiego al duque Octavio,
  • que inocente padece; y luego al punto
  • haced que don Juan salga desterrado.
Don Diego
  • ¿Adónde, mi señor?
Rey
  • Mi enojo vea
  • en el destierro de Sevilla; salga
  • a Lebrija esta noche, y agradezca
  • sólo al merecimiento de su padre…
  • Pero, decid, don Diego, ¿qué diremos
  • a Gonzalo de Ulloa, sin que erremos?
  • Caséle con su hija y no sé cómo
  • lo puedo ahora remediar.
Don Diego
  • Pues mira,
  • gran señor, qué mandas que yo haga
  • que esté bien al honor de esta señora,
  • hija de un padre tal.
Rey
  • Un medio tomo
  • con que absolvello del enojo entiendo:
  • Mayordomo mayor pretendo hacelle.

(Sale un Criado.)

  • Criado
  • Un caballero llega de camino,
  • y dice, señor, que es el duque Octavio.
Rey
  • ¿El duque Octavio?
Criado
  • Sí, señor.
Rey
  • Sin duda
  • que supo de don Juan el desatino,
  • y que viene, incitado a la venganza,
  • a pedir que le otorgue desafío.
Don Diego
  • Gran señor, en tus heroicas manos
  • está mi vida, que mi vida propria
  • es la vida de un hijo inobediente,
  • que, aunque mozo, gallardo y valeroso,
  • y le llaman los mozos de su tiempo
  • el Héctor de Sevilla, porque ha hecho
  • tantas y tan extrañas mocedades,
  • la razón puede mucho. No permitas
  • el desafío, si es posible.
Rey
  • Basta.
  • Ya os entiendo, Tenorio, honor de padre.
  • Entre el Duque.
Don Diego
  • Señor, dame esas plantas.
  • ¿Cómo podré pagar mercedes tantas?

(Sale el Duque Octavio, de camino.)

Octavio
  • A esos pies, gran señor, un peregrino,
  • mísero y desterrado, ofrece el labio,
  • juzgando por más fácil el camino
  • en vuestra gran presencia.
Rey
  • Duque Octavio…
Octavio
  • Huyendo vengo el fiero desatino
  • de una mujer, el no pensado agravio
  • de un caballero que la causa ha sido
  • de que así a vuestros pies haya venido.
Rey
  • Ya, duque Octavio, sé vuestra inocencia.
  • Yo al rey escribiré que os restituya
  • en vuestro estado, puesto que el ausencia
  • que hicisteis algún daño os atribuya.
  • Yo os casaré en Sevilla con licencia
  • y con perdón y gracia suya;
  • que puesto que Isabela un ángel sea,
  • mirando la que os doy, ha de ser fea.
  • Comendador mayor de Calatrava
  • es Gonzalo de Ulloa, un caballero
  • a quien el moro por temor alaba,
  • que siempre es el cobarde lisonjero.
  • Este tiene una hija en quien bastaba
  • en dote la virtud, que considero,
  • después de la verdad, que es maravilla,
  • y es sol de las estrellas de Sevilla.
  • Ésta quiero que sea vuestra esposa.
Octavio
  • Cuando yo este viaje le emprendiera
  • a sólo eso, mi suerte era dichosa,
  • sabiendo yo que vuestro gusto fuera.
Rey
  • Hospedaréis al duque, sin que cosa
  • en su regalo falte.
Octavio
  • Quien espera
  • en vos, señor, saldrá de premios lleno.
  • Primero Alfonso sois, siendo el Onceno.w

Vanse el Rey y don Diego Tenorio, y sale Ripio.

Ripio
  • ¿Qué ha sucedido?
Octavio
  • Que he dado
  • el trabajo recibido,
  • conforme me ha sucedido,
  • desde hoy por bien empleado.
  • Hablé al rey, vióme y honróme,
  • César con él César fui,
  • pues vi, peleé y vencí,
  • y ya hace que esposa tome
  • de su mano, y se prefiere
  • a desenojar al rey
  • en la fulminada ley.
Ripio
  • Con razón el nombre adquiere
  • de generoso en Castilla.
  • ¿Al fin te llegó a ofrecer
  • mujer?
Octavio
  • Sí, amigo, y mujer
  • de Sevilla, que Sevilla
  • da, si averiguarlo quieres,
  • porque de oíllo te asombres,
  • si fuertes y airosos hombres,
  • también gallardas mujeres.
  • Un manto tapado, un brío,
  • donde un puro sol se esconde,
  • si no es en Sevilla, (adónde
  • se admite? El contento mío
  • es tal que ya me consuela
  • en mi mal.

Salen Catalinon y don Juan.

Catalinon
  • Señor, detente,
  • que aquí está el duque, inocente
  • sagitario de Isabela,
  • aunque mejor le diré
  • capricornio.
Juan
  • Disimula.
Catalinon
  • Cuando le vende, le adula.
Juan
  • Como a Nápoles dejé
  • por enviarme a llamar
  • con tanta prisa mi rey,
  • y como su gusto es ley,
  • no tuve, Octavio, lugar
  • de despedirme de vos
  • de ningún modo.
Octavio
  • Por eso,
  • don Juan amigo, os confieso,
  • que hoy nos juntamos los dos
  • en Sevilla.
Juan
  • ¿Quién pensara,
  • duque, que en Sevilla os viera;
  • vos Puzol, vos la Ribera,
  • desde Parténope clara
  • dejáis? Aunque es un lugar
  • Nápoles tan excelente,
  • por Sevilla solamente
  • se puede, amigo, dejar.
Octavio
  • Si en Nápoles os oyera,
  • y no en la parte en que estoy,
  • del crédito que ahora os doy
  • sospecho que me riera.
  • Mas, llegándola a habitar,
  • es, por lo mucho que alcanza
  • corta, cualquier alabanza
  • que a Sevilla queráis dar,
  • ¿quién es el que viene allí?
Juan
  • El que viene es el marqués
  • de la Mota.
Octavio
  • Descortés
  • es fuerza ser.
Juan
  • Si de mí
  • al hubiereis menester,
  • aquí espada y brazo está.
Catalinon
  • (Y si importa gozará

Aparte

  • en su nombre otra mujer,
  • que tiene buena opinión).
Octavio
  • De vos estoy satisfecho.
Catalinon
  • Si fuere de algún provecho,
  • señores, Catalinón,
  • vuarcedes continuamente
  • me hallarán para servillos.
Ripio
  • ¿Y dónde?
Catalinon
  • En los Pajarillos,
  • tabernáculo excelente.

Vanse Octavio y Ripio y salen el marqués de la Mota y su Criado

Mota
  • Todo hoy os ando buscando,
  • y no os he podido hallar.
  • ¿Vos, don Juan, en el lugar,
  • y vuestro amigo penando
  • en vuestra ausencia?
Juan
  • Por Dios,
  • amigo, que me debéis
  • esa merced que me hacéis.
Catalinon
  • (Como no le entreguéis vos

Aparte

  • moza o cosa que lo valga,
  • bien podéis fiaros de él,
  • que en cuanto a esto es cruel,
  • tiene condición hidalga).
Juan
  • ¿Qué hay de Sevilla?
Mota
  • Está ya
  • toda esta corte mudada.
Juan
  • ¿Mujeres?
Mota
  • Cosa juzgada.
Juan
  • ¿Inés?
Mota
  • A Bejel se va.
Juan
  • Buen lugar para vivir
  • la que tan dama nació.
Mota
  • El tiempo la desterró
  • a Bejel.
Juan
  • Irá a morir.
  • ¿Conul?
Mota
  • Es lástima vella
  • lampiña de frente y ceja,
  • llámala el portugués vieja,
  • y ella imagina que bella.
Juan
  • Sí, que velha en portugués
  • suena «vieja» en castellano.
  • ¿Y Teodora?
Mota
  • Este verano
  • se escapó del mal francés
  • por un río de sudores,
  • y está tan tierna y reciente
  • que anteayer me arrojó un diente
  • envuelto entre muchas flores.
Juan
  • ¿Julia, la del Candilejo?
Mota
  • Ya con sus afeites lucha.
Juan
  • ¿Véndese siempre por trucha?
Mota
  • Ya se da por abadejo.
Juan
  • ¿El barrio de Cantarranas
  • tiene buena población?
Mota
  • Ranas las más de ellas son.
Juan
  • ¿Y viven las dos hermanas?
Mota
  • Y la mona de Tolú
  • de su madre Celestina,
  • que les enseña doctrina.
Juan
  • ¡Oh, vieja de Belcebú!
  • ¿Cómo la mayor está?
Mota
  • Blanca, y sin blanca ninguna.
  • Tiene un santo a quien ayuna.
Juan
  • ¿Agora en vigilias da?
Mota
  • Es firme y santa mujer.
Juan
  • ¿Y esotra?
Mota
  • Mejor principio
  • tiene; no desecha ripio.
Juan
  • Buen albañir quiere ser.
  • Marqués, ¿qué hay de perros muertos?
Mota
  • Yo y don Pedro de Esquivel
  • dimos anoche uno cruel,
  • y esta noche tengo ciertos
  • otros dos.
Juan
  • Iré con vos,
  • que también recorreré
  • ciertos nidos que dejé
  • en güevos para los dos.
  • ¿Qué hay de terrero?
Mota
  • No muero
  • en terrero, que enterrado
  • me tiene mayor cuidado.
Juan
  • ¿Cómo?
Mota
  • Un imposible quiero.
Juan
  • Pues, ¿no os corresponde?
Mota
  • Sí,
  • me favorece y me estima.
Juan
  • ¿Quién es?
Mota
  • Doña Ana, mi prima,
  • que es recién llegada aquí.
Juan
  • Pues, ¿dónde ha estado?
Mota
  • En Lisboa,
  • con su padre en la embajada.
Juan
  • ¿Es hermosa?
Mota
  • Es extremada,
  • porque en doña Ana de Ulloa
  • se extremó Naturaleza.
Juan
  • ¿Tan bella es esa mujer?
  • ¡Vive Dios que la he de ver!
Mota
  • Veréis la mayor belleza
  • que los ojos del sol ven.
Juan
  • Casaos, si es tan extremada.
Mota
  • El rey la tiene casada
  • y no se sabe con quién.
Juan
  • ¿No os favorece?
Mota
  • Y me escribe.
Catalinon
  • No prosigas, que te engaña

(Aparte)

  • el gran burlador de España.
Juan
  • Quien tan satisfecho vive
  • de su amor, ¿desdichas teme?
  • Sacadla, solicitadla,
  • escribidla, y engañadla,
  • y el mundo se abrase y queme.
Mota
  • Agora estoy esperando
  • la postrer resolución.
Juan
  • Pues no perdáis la ocasión,
  • que aquí os estoy aguardando.
Mota
  • Ya vuelvo.
Catalinon
  • Señor cuadrado,
  • o señor redondo, adiós.
Criado
  • Adiós.

Vanse el marqués de la Mota y su Criado.

Juan
  • Pues solos los dos,
  • amigo, habemos quedado,
  • los pasos sigue al marqués,
  • que en el palacio se entró.

Vase Catalinon, habla por una reja una mujer

Mujer
  • Ce, ¿a quién digo?
Juan
  • ¿Quién llamó?
Mujer
  • Si sois prudente y cortés,
  • y su amigo, dadle luego
  • al marqués este papel;
  • mirad que consiste en él
  • de una señora el sosiego.
Juan
  • Digo que se lo daré,
  • soy su amigo y caballero.
Mujer
  • Basta, señor forastero,
  • adiós.

Vase la Mujer

Juan
  • Ya la voz se fue.
  • ¿No parece encantamiento
  • esto que agora ha pasado?
  • A mí el papel ha llegado
  • por la estafeta del viento.
  • Sin duda que es de la dama
  • que el marqués me ha encarecido.
  • Venturoso en esto he sido.
  • Sevilla a voces me llama
  • el burlador, y el mayor
  • gusto que en mí puede haber
  • es burlar una mujer
  • y dejarla sin honor.
  • Vive Dios que le he de abrir,
  • pues salí de la plazuela.
  • Mas ¿si hubiese otra cautela?
  • Gana me da de reír.
  • Ya está abierto el papel,
  • y que es suyo es cosa llana,
  • porque aquí firma doña Ana.
  • Dice así: «Mi padre infiel
  • en secreto me ha casado,
  • sin poderme resistir.
  • No sé si podré vivir,
  • porque la muerte me ha dado.
  • Si estimas, como es razón,
  • mi amor y mi voluntad,
  • y si tu amor fue verdad,
  • muéstralo en esta ocasión.
  • Porque veas que te estimo,
  • ven esta noche a la puerta,
  • que estará a las once abierta,
  • donde tu esperanza, primo,
  • goces, y el fin de tu amor.
  • Traerás, mi gloria, por señas
  • de Leonorilla y las dueñas
  • una capa de color.
  • Mi amor todo de ti fío,
  • y adiós.» ¡Desdichado amante!
  • ¿Hay suceso semejante?
  • Ya de la burla me río.
  • Gozaréla, vive Dios,
  • con el engaño y cautela
  • que en Nápoles a Isabela.

Sale Catalinon.

Catalinon
  • Ya el marqués viene.
Juan
  • Los dos
  • aquesta noche tenemos
  • que hacer.
Catalinon
  • ¿Hay engaño nuevo?
Juan
  • ¡Extremado!
Catalinon
  • No lo apruebo.
  • Tú pretendes que escapemos
  • una vez, señor, burlados;
  • que el que vive de burlar,
  • burlado habrá de escapar
  • pagando tantos pecados
  • de una vez.
Juan
  • ¿Predicador
  • te vuelves, impertinente?
Catalinon
  • La razón hace al valiente.
Juan
  • Y al cobarde hace el temor.
  • El que se pone a servir,
  • voluntad no ha de tener,
  • y todo ha de ser hacer,
  • y nada ha de ser decir.
  • Sirviendo, jugando estás,
  • y si quieres ganar luego,
  • haz siempre, porque en el juego
  • quien más hace, gana más.
Catalinon
  • Y también quien hace y dice
  • topa y pierde en cualquier parte.
Juan
  • Esta vez quiero avisarte
  • porque otra vez no te avise.
Catalinon
  • Digo que de aquí adelante
  • lo que me mandes haré,
  • y a tu lado forzaré
  • un tigre y un elefante;
  • guárdese de mí un prior
  • que si me mandas que calle,
  • y le fuerce, he de forzalle
  • sin réplica, mi señor.
  • Sale el marqués de la Mota
Juan
  • Calla, que viene el marqués.
Catalinon
  • ¿Pues, ha de ser el forzado?
Juan
  • Para vos, marqués me han dado
  • un recado harto cortés,
  • por esa reja, sin ver
  • el que me lo daba allí.
  • Sólo en la voz conocí
  • que me lo daba mujer.
  • Dícete al fin, que a las doce
  • vayas secreto a la puerta,
  • que estará a esperando abierta,
  • donde tu esperanza goce
  • la posesión de tu amor,
  • y que llevases por señas
  • de Leonorilla y las dueñas,
  • una capa de color.
Mota
  • ¿Qué decís?
Juan
  • Que este recado
  • de una ventana me dieron,
  • sin ver quién.
Mota
  • Con él pusieron
  • sosiego en tanto cuidado.
  • ¡Ay, amigo, sólo en ti
  • mi esperanza renaciera!
  • Dame esos pies.
Juan
  • Considera
  • que no está tu prima en mí.
  • ¿Eres tú quien ha de ser
  • quien la tiene de gozar,
  • y me llegas a abrazar
  • los pies?
Mota
  • Es tal el placer
  • que me ha sacado de mí.
  • ¡Oh sol, apresura el paso!
Juan
  • Ya el sol camina al ocaso.
Mota
  • Vamos, amigo, de aquí,
  • y de noche nos pondremos;
  • loco voy.
Juan
  • Bien se conoce,
  • mas yo bien sé que a las doce
  • harás mayores extremos.
Mota
  • ¡Ay, prima del alma, prima,
  • que quieres premiar mi fe!
Catalinon
  • ¡Vive Cristo que no dé

(Aparte)

  • una blanca por su prima!

Vase el marqués de la Mota, y sale don Diego

Diego
  • ¡Don Juan!
Catalinon
  • Tu padre te llama.
Juan
  • ¿Qué manda vueseñoría?
Diego
  • Verte más cuerdo quería,
  • más bueno, y con mejor fama.
  • ¿Es posible que procuras
  • todas las horas mi muerte?
Juan
  • ¿Por qué vienes de esa suerte?
Diego
  • Por tu trato, y tus locuras.
  • Al fin el rey me ha mandado
  • que te eche de la ciudad,
  • porque está de una maldad
  • con justa causa indignado.
  • Que aunque me lo has encubierto,
  • ya en Sevilla el rey lo sabe,
  • cuyo delito es tan grave,
  • que a decírtelo no acierto.
  • ¿En el palacio real
  • traición, y con un amigo?
  • Traidor, Dios te dé el castigo
  • que pide delito igual.
  • Mira que aunque al parecer
  • Dios te consiente, y aguarda,
  • tu castigo no se tarda,
  • y que castigo ha de haber
  • para los que profanáis
  • su nombre, y que es juez fuerte
  • Dios en la muerte.
Juan
  • ¿En la muerte?
  • ¿Tan largo me lo fiáis?
  • De aquí allá hay larga jornada.
Diego
  • Breve te ha de parecer.
Juan
  • Y la que tengo de hacer,
  • pues a su alteza le agrada,
  • agora, ¿es larga también?
Diego
  • Hasta que el injusto agravio
  • satisfaga el duque Octavio,
  • y apaciguados estén
  • en Nápoles de Isabela
  • los sucesos que has causado,
  • en Lebrija retirado,
  • por tu traición y cautela,
  • quiere el rey que estés agora,
  • pena a tu maldad ligera.
Catalinon
  • (Si el caso también supiera

Aparte

  • de la pobre pescadora,
  • más se enojara el buen viejo).
Diego
  • Pues no te venzo y castigo
  • con cuanto hago y cuanto digo,
  • a Dios tu castigo dejo.

Vase don Diego

Catalinon
  • Fuése el viejo enternecido.
Juan
  • Luego las lágrimas copia,
  • condición de viejos propia,
  • vamos, pues ha anochecido,
  • a buscar al marqués.
Catalinon
  • Vamos,
  • y al fin gozarás su dama.
Juan
  • Ha de ser burla de fama.
Catalinon
  • Ruego al cielo que salgamos
  • de ella en paz.
Juan
  • ¡Catalinón,
  • en fin!
Catalinon
  • Y tú, señor, eres
  • langosta de las mujeres;
  • ¡y con público pregón!
  • Porque de ti se guardara,
  • cuando a noticia viniera
  • de la que doncella fuera,
  • fuera bien se pregonara:
  • «Guárdense todos de un hombre,
  • que a las mujeres engaña,
  • y es el burlador de España.»
Juan
  • Tú me has dado gentil nombre.

Sale el marqués de la Mota, de noche, con Musicos y pasea el tablado, y se entran cantando

Musicos
  • «El que un bien gozar espera
  • cuando espera desespera.»
Juan
  • ¿Qué es esto?
Catalinon
  • Música es.
Mota
  • Parece que habla conmigo
  • el poeta. ¿Quién es?
Juan
  • Amigo.
Mota
  • ¿Es don Juan?
Juan
  • ¿Es el marqués?
Mota
  • ¿Quién puede ser sino yo?
Juan
  • Luego que la capa vi
  • que érades vos conocí.
Mota
  • Cantad, pues don Juan llegó.
Musicos
  • «El que un bien gozar espera
  • cuando espera desespera.»
Juan
  • ¿Qué casa es la que miráis?
Mota
  • De don Gonzalo de Ulloa.
Juan
  • ¿Dónde iremos?
Mota
  • A Lisboa.
Juan
  • ¿Cómo, si en Sevilla estáis?
Mota
  • ¿Pues aqueso os maravilla?
  • ¿No vive con gusto igual
  • lo peor de Portugal
  • en lo mejor de Sevilla?
Juan
  • ¿Dónde viven?
Mota
  • En la calle
  • de la Sierpe, donde ves
  • a Adán vuelto en portugués;
  • que en aqueste amargo valle
  • con bocados solicitan
  • mil levas; que aunque dorados,
  • en efecto, son bocados
  • con que las vidas nos quitan.
Catalinon
  • Ir de noche no quisiera
  • por esa calle cruel,
  • pues lo que de día en miel
  • de noche lo dan en cera.
  • Una noche, por mi mal,
  • la vi sobre mí vertida,
  • y hallé que era corrompida
  • la cera de Portugal.
Juan
  • Mientras a la calle vais,
  • yo dar un perro quisiera.
Mota
  • Pues cerca de aquí me espera
  • un bravo.
Juan
  • Si me dejáis,
  • señor marqués, vos veréis
  • cómo de mí no se escapa.
Mota
  • Vamos, y poneos mi capa
  • para que mejor lo deis.
Juan
  • Bien habéis dicho; venid
  • y me enseñaréis la casa.
Mota
  • Mientras el suceso pasa,
  • la voz y el habla fingid.
  • ¿Veis aquella celosía?
Juan
  • Ya la veo.
Mota
  • Pues llegad,
  • y decid «Beatriz,» y entrad.
Juan
  • ¿Qué mujer?
Mota
  • Rosada, y fría.
Catalinon
  • Será mujer cantimplora.
Mota
  • En Gradas os aguardamos.
Juan
  • Adiós, marqués.
Catalinon
  • ¿Dónde vamos?
Juan
  • Adonde la burla agora;
  • ejecute.
Catalinon
  • No se escapa
  • nadie de ti.
Juan
  • El trueco adoro.
Catalinon
  • Echaste la capa al toro.
Juan
  • No, el toro me echó la capa.

Vanse don Juan y Catalinon.

Mota
  • La mujer ha de pensar
  • que soy yo.
Musico
  • ¡Qué gentil perro!
Mota
  • Esto es acertar por yerro.
Musico
  • Todo este mundo es errar,
  • que está compuesto de errores.
Mota
  • El alma en las horas tengo,
  • y en sus cuartos me prevengo
  • para mayores favores.
  • ¡Ay, noche espantosa y fría,
  • para que largos los goce,
  • corre veloz a las doce,
  • y después no venga el día!
Musico
  • ¿Adónde guía la danza?
Mota
  • Cal de la Sierpe guiad.
Musico
  • ¿Qué cantaremos?
Mota
  • Cantad
  • lisonjas a mi esperanza.
Musicos
  • «El que un bien gozar espera,
  • cuando espera desespera.»

Vanse, y dice doña Ana dentro

Ana
  • ¡Falso, no eres el marqués!
  • ¡Que me has engañado!
Juan
  • Digo
  • que lo soy.
Рис.10 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Alexandre Evariste Fragonard

Ana
  • Fiero enemigo,
  • mientes, mientes.
  • Sale el comendador don Gonzalo, medio desnudo, con espada y rodela.
Gonzalo
  • La voz es
  • de doña Ana la que siento.
Ana
  • ¿No hay quien mate este traidor
  • homicida de mi honor?
Gonzalo
  • ¿Hay tan grande atrevimiento?
  • «Muerto honor» dijo, ¡ay de mí!;
  • y es su lengua tan liviana,
  • que aquí sirve de campana.
Ana
  • ¡Matadle!

Salen don Juan y Catalinon, con las espadas desnudas

Juan
  • ¿Quién está aquí?
Gonzalo
  • La barbacana caída
  • de la torre de ese honor
  • que has combatido, traidor,
  • donde era alcaide la vida.
Juan
  • Déjame pasar.
Gonzalo
  • ¿Pasar?
  • Por la punta de esta espada.
Juan
  • Morirás.
Gonzalo
  • No importa nada.
Juan
  • Mira que te he de matar.
Gonzalo
  • ¡Muere, traidor!
Juan
  • De esta suerte
  • muero yo.
Catalinon
  • Si escapo de ésta,
  • no más burlas, no más fiesta.
Gonzalo
  • ¡Ay, que me has dado la muerte!
  • Mas, si el honor me quitaste,
  • ¿de qué la vida servía?
Juan
  • ¡Huye!
Рис.11 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Gustave Courbet

Gonzalo
  • Aguarda, que es sangría,
  • con que el valor me aumentaste;
  • mas no es posible que aguarde…
  • Seguirále mi furor,
  • que es traidor, y el que es traidor
  • es traidor porque es cobarde.

Entran muerto a don Gonzalo, y sale el marqués de la Mota y Musicos

Mota
  • Presto las doce darán
  • y mucho don Juan se tarda,
  • ¡fiera pensión del que aguarda!

Salen don Juan y Catalinon

Juan
  • ¿Es el marqués?
Mota
  • ¿Es don Juan?
Juan
  • Yo soy, tomad vuestra capa.
Mota
  • ¿Y el perro?
Juan
  • Funesto ha sido;
  • al fin, marqués, muerto ha habido.
Catalinon
  • Señor, del muerto te escapa.
Mota
  • ¿Burlásteisla?
Juan
  • Sí, burlé.
Catalinon
  • (Y aun a vos os ha burlado).
Aparte
Juan
  • Caro la burla ha costado.
Mota
  • Yo, don Juan, lo pagaré,
  • porque estará la mujer
  • quejosa de mí.
Juan
  • Las doce
  • darán.
Mota
  • Como mi bien goce
  • nunca llegue a amanecer.
Juan
  • Adiós, marqués.
Catalinon
  • Muy bien lance
  • el desdichado hallará.
Juan
  • Huyamos.
Catalinon
  • Señor, no habrá
  • aguilita que me alcance.

Vanse don Juan y Catalinon

Mota
  • Vosotros os podéis ir
  • todos a casa, que yo
  • he de ir solo.
Musico
  • Dios crió
  • las noches para dormir.

Vanse los Musicos y dicen dentro

Voces
  • ¿Vióse desdicha mayor,
  • y vióse mayor desgracia?
Mota
  • ¡Válgame Dios! Voces oigo
  • en la plaza del alcázar.
  • ¿Qué puede ser a estas horas?
  • Un hielo me baña el alma.
  • Desde aquí parece todo
  • una Troya que se abrasa,
  • porque tantas hachas juntas
  • paren gigantes de llamas.
  • Mas una escuadra de luces
  • se acerca a mí, ¿Por qué anda
  • el fuego emulando al sol,
  • dividiéndose en escuadras?
  • Quiero preguntar lo que es.

Sale don Diego Tenorio, y la guarda con hachas

Diego
  • ¿Qué gente?
Mota
  • Gente que aguarda
  • saber de aqueste alboroto
  • la ocasión.
Diego
  • Ésta es la capa
  • que dijo el comendador
  • en las postreras palabras.
  • Préndanle.
Mota
  • ¿Prenderme a mí?
Diego
  • Volved la espada a la vaina,
  • que la mayor valentía
  • es no tratar de las armas.
Mota
  • ¿Cómo al marqués de la Mota
  • hablan ansí?
Diego
  • Dad la espada,
  • que el rey os manda prender.
Mota
  • ¡Vive Dios!

Sale el Rey y acompañamiento

Rey
  • En toda España
  • no ha de caber, ni tampoco
  • en Italia, si va a Italia.
Diego
  • Señor, aquí está el marqués.
Mota
  • ¿Vuestra alteza a mí me manda
  • prender?
Rey
  • Llevadle y ponedle
  • la cabeza en una escarpia.
  • ¿En mi presencia te pones?
Mota
  • ¡Ah, glorias de amor tiranas,
  • siempre en el pasar ligeras
  • como en el vivir pesadas!
  • Bien dijo un sabio, que había
  • entre la boca y la taza
  • peligro; mas el enojo
  • del rey me admira y espanta.
  • ¿No sabré por qué voy preso?
Diego
  • ¿Quién mejor sabrá la causa
  • que vueseñoría?
Mota
  • ¿Yo?
Diego
  • Vamos.
Mota
  • Confusión extraña.
Rey
  • Fulmínesele el proceso
  • al marqués luego, y mañana
  • le cortarán la cabeza.
  • Y al comendador, con cuanta
  • solemnidad y grandeza
  • se da a las personas sacras
  • y reales, el entierro
  • se haga; en bronce y piedra párea,
  • un sepulcro con un bulto
  • le ofrezcan, donde en mosaicas
  • labores, góticas letras
  • den lenguas a su venganza.
  • Y entierro, bulto y sepulcro
  • quiero que a mi costa se haga;
  • ¿dónde doña Ana se fue?
Diego
  • Fuése al sagrado doña Ana
  • de mi señora la reina.
Rey
  • Ha de sentir esta falta
  • Castilla. Tal capitán
  • ha de llorar Calatrava.
  • Vanse todos

[En la aldea de Dos Hermanas]

Sale Batricio desposado, con Aminta, Gaseno, viejo, Belisa y pastores músicos

Musicos
  • «Lindo sale el sol de Abril,
  • por trébol y torongil;
  • y aunque le sirva de estrella,
  • Aminta sale más bella.»
Batricio
  • Sobre esta alfombra florida,
  • adonde en campos de escarcha
  • el sol sin aliento marcha
  • con su luz recién nacida,
  • os sentad, pues no convida
  • al tálamo el sitio hermoso.
Aminta
  • Cantadle a mi dulce esposo
  • favores de mil en mil.
Musicos
  • «Lindo sale el sol de Abril,
  • por trébol y torongil;
  • y aunque le sirva de estrella,
  • Aminta sale más bella.»
Gaseno
  • Ya, Batricio, os he entregado
  • el alma y ser en mi Aminta.
Batricio
  • Por eso se baña y pinta
  • de más colores el prado.
  • Con deseos la he ganado,
  • con obras le he merecido.
Musicos
  • Tal mujer y tal marido
  • viva juntos años mil.
  • «Lindo sale el sol de Abril,
  • por trébol y torongil;
  • y aunque le sirva de estrella,
  • Aminta sale más bella.»
Batricio
  • No sale así el sol de oriente
  • como el sol que al alba sale,
  • que no hay sol que al sol se iguale
  • de sus niñas y su fuente,
  • a este sol claro y luciente
  • que eclipsa al sol su arrebol;
  • y ansí cantadle a mi sol
  • motetes de mil en mil.
  • «Lindo sale el sol de Abril,
  • por trébol y torongil;
  • y aunque le sirva de estrella,
  • Aminta sale más bella.»
Aminta
  • Batricio, aunque lo agradezco,
  • falso y lisonjero estás;
  • mas si tus rayos me das
  • por ti ser luna merezco.
  • Tú eres el sol por quien crezco,
  • después de salir menguante,
  • para que al Alba te cante
  • la salva en tono sutil.
  • «Lindo sale el sol de Abril,
  • por trébol y torongil;
  • y aunque le sirva de estrella,
  • Aminta sale más bella.»

Sale Catalinon, de camino

Catalinon
  • Señores, el desposorio
  • huéspedes ha de tener.
Gaseno
  • A todo el mundo ha de ser
  • este contento notorio.
  • ¿Quién viene?
Catalinon
  • Don Juan Tenorio.
Gaseno
  • ¿El viejo?
Catalinon
  • No ése, don Juan.
Belisa
  • Será su hijo el galán.
Batricio
  • Téngolo por mal agüero;
  • que galán y caballero
  • quitan gusto, y celos dan.
  • Pues, quién noticia les dio
  • de mis bodas?
Catalinon
  • De camino
  • pasa a Lebrija.
Batricio
  • Imagino
  • que el demonio le envió;
  • mas ¿de qué me aflijo yo?
  • Vengan a mis dulces bodas
  • del mundo las gentes todas;
  • mas, con todo, un caballero
  • en mis bodas… Mal agüero.
Gaseno
  • Venga el Coloso de Rodas,
  • venga el Papa, el Preste Juan,
  • y don Alfonso el onceno
  • con su corte, que en Gaseno
  • ánimo y valor verán.
  • Montes en casa hay de pan,
  • Guadalquivides de vino,
  • Babilonias de tocino,
  • y entre ejércitos cobardes
  • de aves, para que los lardes,
  • el pollo y el palomino.
  • Venga tan gran caballero
  • a ser hoy en Dos Hermanas
  • honra de estas nobles canas.
Belisa
  • Es hijo del camarero
  • mayor.
Batricio
  • Todo es mal agüero
  • para mí, pues le han de dar
  • junto a mi esposa lugar.
  • Aun no gozo, y ya los cielos
  • me están condenando a celos.
  • Amor, sufrir y callar.

Sale don Juan Tenorio

Juan
  • Pasando acaso he sabido
  • que hay bodas en el lugar,
  • y de ellas quise gozar,
  • pues tan venturoso he sido.
Gaseno
  • Vueseñoría ha venido
  • a honrallas y engrandecellas.
Batricio
  • Yo que soy el dueño de ellas
  • digo entre mí que vengáis
  • en hora mala.
Gaseno
  • ¿No dais
  • lugar a este caballero?
Juan
  • Con vuestra licencia quiero
  • sentarme aquí.
  • Siéntase junto a la novia
Patricio
  • Si os sentáis
  • delante de mí, señor,
  • seréis de aquesa manera
  • el novio.
Juan
  • Cuando lo fuera
  • no escogiera lo peor.
Gaseno
  • ¡Que es el novio!
Juan
  • De mi error
  • e ignorancia perdón pido.
Catalinon
  • ¡Desventurado marido!
Juan
  • Corrido está.
Catalinon
  • No lo ignoro,
  • mas, si tiene de ser toro,
  • ¿qué mucho que esté corrido?
  • No daré por su mujer,
  • ni por su honor un cornado.
  • ¡Desdichado tú, que has dado
  • en manos de Lucifer!
Juan
  • ¿Posible es que vengo a ser,
  • señora, tan venturoso?
  • Envidia tengo al esposo.
Aminta
  • Parecéisme lisonjero.
Batricio
  • Bien dije que es mal agüero
  • en bodas un poderoso.
Juan
  • Hermosas manos tenéis
  • para esposa de un villano.
Catalinon
  • Si al juego le dais la mano,
  • vos la mano perderéis.
Batricio
  • Celos, muerte no me deis.
Gaseno
  • Ea, vamos a almorzar,
  • porque pueda descansar
  • un rato su señoría.

Tómale don Juan la mano a la novia

Juan
  • ¿Por qué la escondéis?
Aminta
  • No es mía.
Gaseno
  • Ea, volved a cantar.
Juan
  • ¿Qué dices tú?
Catalinon
  • ¿Yo? Que temo
  • muerte vil de esos villanos.
Juan
  • Buenos ojos, blancas manos,
  • en ello me abraso y quemo.
Catalinon
  • Almagrar y echar a extremo;
  • con ésta cuatro serán.
Juan
  • Ven, que mirándome están.
Batricio
  • ¿En mis bodas caballero?
  • ¡Mal agüero!
Gaseno
  • Cantad.
Batricio
  • Muero.
Catalinon
  • Canten, que ellos llorarán.
Musicos
  • «Lindo sale el sol de Abril,
  • por trébol y torongil;
  • y aunque le sirva de estrella,
  • Aminta sale más bella.»

Acto III

Рис.3 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

[En la aldea de Dos Hermanas]

Sale Batricio pensativo

Batricio
  • Celos, reloj de cuidados,
  • que a todas las horas dais
  • tormentos con que matáis,
  • aunque andéis desconcertados;
  • celos, del vivir desprecios
  • con que ignorancias hacéis,
  • pues todo lo que tenéis
  • de ricos, tenéis de necios.
  • Dejadme de atormentar,
  • pues es cosa tan sabida,
  • que cuando amor me da vida,
  • la muerte me queréis dar.
  • ¿Qué me queréis, caballero,
  • que me atormentáis ansí?
  • Bien dije, cuando le vi
  • en mis bodas: «Mal agüero.»
  • ¿No es bueno que se sentó
  • a cenar con mi mujer,
  • y a mí en el plato meter
  • la mano no me dejó?
  • Pues cada vez que quería
  • metella, la desviaba,
  • diciendo a cuanto tomaba:
  • «Grosería, grosería.»
  • No se apartó de su lado
  • hasta cenar, de manera
  • que todos pensaban que era
  • yo padrino, él desposado.
  • Y si decirle quería
  • algo a mi esposa, gruñendo
  • me la apartaba, diciendo:
  • «Grosería, grosería.»
  • Pues llegándome a quejar
  • a algunos me respondían,
  • y con risa me decían:
  • «No tenéis de qué os quejar.
  • Eso no es cosa que importe,
  • no tenéis de qué temer,
  • callad, que debe de ser
  • uso de allá en la corte.»
  • Buen uso, trato extremado,
  • más no se usara en Sodoma;
  • que otro con la novia coma,
  • y que ayune el desposado.
  • Pues el otro bellacón,
  • a cuanto comer quería,
  • «¿Esto no coméis?» decía.
  • «No tenéis, señor, razón.»
  • Y de delante, al momento
  • me lo quitaba. Corrido
  • estoy, pienso que esto ha sido
  • culebra, y no casamiento.
  • Ya no se puede sufrir
  • ni entre cristianos pasar;
  • y acabando de cenar
  • con los dos, ¿mas que a dormir
  • se ha de ir también, si porfía,
  • con nosotros, y ha de ser
  • el llegar yo a mi mujer
  • «Grosería, grosería?»
  • Ya viene, no me resisto,
  • aquí me quiero esconder,
  • pero ya no puede ser,
  • que imagino que me ha visto.
Рис.12 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Alfred Dehodencq

Sale don Juan Tenorio

Juan
  • Batricio.
Batricio
  • Su señoría,
  • ¿qué manda?
Juan
  • Haceros saber…
Batricio
  • Mas que ha de venir a ser
  • alguna desdicha mía.
Juan
  • Que ha muchos días, Batricio,
  • que a Aminta el alma le di,
  • y he gozado…
Batricio
  • ¿Su honor?
Juan
  • Sí.
Batricio
  • Manifiesto y claro indicio
  • de lo que he llegado a ver;
  • que si bien no le quisiera,
  • nunca a su casa viniera;
  • al fin, al fin es mujer.
Рис.13 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Alexander Ver Huell

Juan
  • Al fin, Aminta celosa,
  • o quizá desesperada
  • de verse de mí olvidada,
  • y de ajeno dueño esposa,
  • esta carta me escribió
  • enviándome a llamar,
  • y yo prometí gozar
  • lo que el alma prometió.
  • Esto pasa de esta suerte,
  • dad a vuestra vida un medio,
  • que le daré sin remedio,
  • a quien lo impida la muerte.
Batricio
  • Si tú en mi elección lo pones,
  • tu gusto pretendo hacer,
  • que el honor y la mujer
  • son males en opiniones.
  • La mujer en opinión,
  • siempre más pierde que gana,
  • que son como la campana
  • que se estima por el son,
  • Y ansí es cosa averiguada,
  • que opinión viene a perder,
  • cuando cualquiera mujer
  • suena a campana quebrada.
  • No quiero, pues me reduces
  • el bien que mi amor ordena,
  • mujer entre mala y buena,
  • que es moneda entre dos luces.
  • Gózala, señor, mil años,
  • que yo quiero resistir,
  • desengañar y morir,
  • y no vivir con engaños.

Vase Batricio

Juan
  • Con el honor le vencí,
  • porque siempre los villanos
  • tienen su honor en las manos,
  • y siempre miran por sí;
  • que por tantas variedades,
  • es bien que se entienda y crea,
  • que el honor se fue al aldea
  • huyendo de las ciudades.
  • Pero antes de hacer el daño
  • le pretendo reparar.
  • A su padre voy a hablar,
  • para autorizar mi engaño.
  • Bien lo supe negociar;
  • gozarla esta noche espero,
  • la noche camina, y quiero
  • su viejo padre llamar.
  • Estrellas que me alumbráis,
  • dadme en este engaño suerte,
  • si el galardón en la muerte,
  • tan largo me lo guardáis.

Vase don Juan.

Salen Aminta y Belisa

Belisa
  • Mira que vendrá tu esposo.
  • Entra a desnudarte, Aminta.
Aminta
  • De estas infelices bodas
  • no sé qué siento, Belisa.
  • Todo hoy mi Batricio ha estado
  • bañando en melancolía,
  • todo en confusión y celos.
  • ¡Mira qué grande desdicha!
  • Di, ¿qué caballero es éste
  • que de mi esposo me priva?
  • La desvergüenza en España
  • se ha hecho caballería.
  • Déjame, que estoy sin seso,
  • déjame, que estoy perdida.
  • ¡Mal hubiese el caballero
  • que mis contentos me quita!
Belisa
  • Calla, que pienso que viene
  • que nadie en la casa pisa
  • de un desposado, tan recio.
Aminta
  • Queda a Dios, Belisa mía.
Belisa
  • Desenójale en los brazos.
Aminta
  • Plega a los cielos que sirvan
  • mis suspiros de requiebros,
  • mis lágrimas de caricias.

Vanse Aminta y Belisa. Salen don Juan, Catalinon y Gaseno

Juan
  • Gaseno, quedad con Dios.
Gaseno
  • Acompañaros querría,
  • por dalle de esta ventura
  • el parabién a mi hija.
Juan
  • Tiempo mañana nos queda.
Gaseno
  • Bien decís, el alma mía
  • en la muchacha os ofrezco.
Juan
  • Mi esposa decid.

Vase Gaseno

  • Tú, ensilla,
  • Catalinón.
Catalinon
  • ¿Para cuándo?
Juan
  • Para el alba que de risa
  • muerte ha de salir mañana
  • de este engaño.
Catalinon
  • Allá en Lebrija,
  • señor, nos está aguardando
  • otra boda. Por tu vida
  • que despaches presto en ésta.
Juan
  • La burla más escogida
  • de todas ha de ser ésta.
Catalinon
  • Que saliésemos querría
  • de todas bien.
Juan
  • Si es mi padre
  • el dueño de la justicia,
  • y es la privanza del rey,
  • ¿qué temes?
Catalinon
  • De los que privan
  • suele Dios tomar venganza,
  • si delitos no castigan,
  • y se suelen en el juego
  • perder también los que miran.
  • Yo he sido mirón del tuyo
  • y por mirón no querría
  • que me cogiese algún rayo,
  • y me trocase en cecina.
Juan
  • Vete, ensilla, que mañana
  • he de dormir en Sevilla.
Catalinon
  • ¿En Sevilla?
Juan
  • Sí.
Catalinon
  • ¿Qué dices?
  • Mira lo que has hecho, y mira
  • que hasta la muerte, señor,
  • es corta la mayor vida;
  • y que hay tras la muerte imperio.
Juan
  • Si tan largo me lo fías,
  • vengan engaños.
Catalinon
  • ¡Señor!
Juan
  • Vete, que ya me amohinas
  • con tus temores extraños.
Catalinon
  • Fuerza al turco, fuerza al scita,
  • al persa, y al caramanto,
  • al gallego, al troglodita,
  • al alemán y al Japón,
  • al sastre con la agujita
  • de oro en mano, imitando
  • continuo a la blanca niña.

Vase Catalinon

Juan
  • La noche en negro silencio
  • se extiende, y ya las cabrillas
  • entre racimos de estrellas
  • el polo más alto pisan.
  • Yo quiero poner mi engaño
  • por obra, el amor me guía
  • a mi inclinación, de quien
  • no hay hombre que se resista.
  • Quiero llegar a la cama.
  • Aminta.

Sale Aminta, como que está acostada

Aminta
  • ¿Quién llama a Aminta?
  • ¿Es mi Batricio?
Juan
  • No soy
  • tu Batricio.
Aminta
  • Pues, ¿quién?
Juan
  • Mira
  • de espacio, Aminta, quién soy.
Aminta
  • ¡Ay de mí! Yo soy perdida.
  • ¿En mi aposento a estas horas?
Juan
  • Éstas son las horas mías.
Aminta
  • Volvéos, que daré voces,
  • no excedáis la cortesía
  • que a mi Batricio se debe,
  • ved que hay romanas Emilias
  • en Dos Hermanas también,
  • y hay Lucrecias vengativas.
Juan
  • Escúchame dos palabras,
  • y esconde de las mejillas
  • en el corazón la grana,
  • por ti más preciosa y rica.
Рис.14 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Jose Moreno Carbonero

Aminta
  • Vete, que vendrá mi esposo.
Juan
  • Yo lo soy. ¿De qué te admiras?
Aminta
  • ¿Desde cuándo?
Juan
  • Desde agora.
Aminta
  • ¿Quién lo ha tratado?
Juan
  • Mi dicha.
Aminta
  • ¿Y quién nos casó?
Juan
  • Tus ojos.
Aminta
  • ¿Con qué poder?
Juan
  • Con la vista.
Aminta
  • ¿Sábelo Batricio?
Juan
  • Sí,
  • que te olvida.
Aminta
  • ¿Que me olvida?
Juan
  • Sí, que yo te adoro.
Aminta
  • ¿Cómo?
Juan
  • Con mis dos brazos.
Aminta
  • Desvía.
Juan
  • ¿Cómo puedo, si es verdad
  • que muero?
Aminta
  • ¡Qué gran mentira!
Juan
  • Aminta, escucha y sabrás,
  • si quieres que te la diga,
  • la verdad, si las mujeres
  • sois de verdades amigas.
  • Yo soy noble caballero,
  • cabeza de la familia
  • de los Tenorios antiguos,
  • ganadores de Sevilla.
  • Mi padre, después del rey,
  • se reverencia y se estima
  • en la corte, y de sus labios
  • penden las muertes y vidas.
  • Torciendo el camino acaso,
  • llegué a verte, que amor guía
  • tal vez las cosas, de suerte
  • que él mismo de ellas se admira.
  • Víte, adoréte, abraséme,
  • tanto que tu amor me obliga
  • a que contigo me case.
  • Mira qué acción tan precisa.
  • Y aunque lo murmure el reino,
  • y aunque el rey lo contradiga,
  • y aunque mi padre enojado
  • con amenazas lo impida,
  • tu esposo tengo de ser,
  • dando en tus ojos envidia
  • a los que viere en su sangre
  • la venganza que imagina.
  • Ya Batricio ha desistido
  • de su acción, y aquí me envía
  • tu padre a darte la mano.
  • ¿Qué dices?
Aminta
  • No sé qué diga,
  • que se encubren tus verdades
  • con retóricas mentiras.
  • Porque si estoy desposada,
  • como es cosa conocida,
  • con Batricio, el matrimonio
  • no se absuelve, aunque él desista.
Juan
  • En no siendo consumado,
  • por engaño o por malicia,
  • puede anularse.
  • AmintaEs verdad;
  • mas ¡ay Dios! que no querría
  • que me dejases burlada,
  • cuando mi esposo me quitas.
Juan
  • Ahora bien, dame esa mano,
  • y esta voluntad confirma
  • con ella.
Aminta
  • ¿Que no me engañas?
Juan
  • Mío el engaño sería.
Aminta
  • Pues jura que cumplirás
  • la palabra prometida.
Juan
  • Juro a esta mano, señora,
  • infierno de nieve fría,
  • de cumplirte la palabra.
Aminta
  • Jura a Dios, que te maldiga
  • si no la cumples.
Juan
  • Si acaso
  • la palabra y la fe mía
  • te faltare, ruego a Dios
  • que a traición y a alevosía,
  • me dé muerte un hombre muerto.
  • (Que vivo, Dios no permita).

Aparte

Aminta
  • Pues con ese juramento
  • soy tu esposa.
Juan
  • Al alma mía
  • entre los brazos te ofrezco.
Aminta
  • Tuya es el alma y la vida.
Juan
  • ¡Ay, Aminta de mis ojos!
  • mañana sobre virillas
  • de tersa plata, estrelladas
  • con clavos de oro de Tíbar,
  • pondrás los hermosos pies,
  • y en prisión de gargantillas
  • la alabastrina garganta,
  • y los dedos en sortijas
  • en cuyo engaste parezcan
  • estrellas las amatistas;
  • y en tus orejas pondrás
  • transparentes perlas finas.
Aminta
  • A tu voluntad, esposo,
  • la mía desde hoy se inclina.
  • Tuya soy.
Juan
  • (¡Qué mal conoces
  • al burlador de Sevilla!)

Vanse don Juan y Aminta

[En Tarragona, camino a Sevilla]

Salen Isabela y Fabio, de camino

Isabela
  • Que me robase el sueño
  • la prenda que estimaba, y más quería…
  • ¡Oh, riguroso empeño
  • de la verdad! ¡Oh, máscara del día!
  • ¡Noche al fin tenebrosa,
  • antípoda del sol, del sueño esposa!
Fabio
  • ¿De qué sirve, Isabela,
  • la tristeza en el alma y en los ojos,
  • si amor todo es cautela
  • y en campos de desdenes causa enojos,
  • y el que se ríe agora,
  • en breve espacio desventuras llora?
  • El mar está alterado,
  • y en grave temporal, tiempo se corre;
  • el abrigo han tomado
  • las galeras, duquesa, de la torre
  • que esta playa corona.
Рис.15 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra
Isabela
  • ¿Adónde estamos, Fabio?
Fabio
  • En Tarragona.
  • Y de aquí a poco espacio
  • daremos en Valencia, ciudad bella,
  • del mismo sol palacio,
  • divertiráse algunos días en ella;
  • y después a Sevilla
  • irás a ver la octava maravilla.
  • Que si a Octavio perdiste
  • más galán es don Juan, y de notorio
  • solar. ¿De qué estás triste?
  • Conde dicen que es ya don Juan Tenorio,
  • el rey con él te casa,
  • y el padre es la privanza de su casa.
Isabela
  • No nace mi tristeza
  • de ser esposa de don Juan, que el mundo
  • conoce su nobleza;
  • en la esparcida voz, mi agravio fundo,
  • que esta opinión perdida
  • he de llorar mientras tuviere vida.
Fabio
  • Allí una pescadora
  • tiernamente suspira, y se lamenta,
  • y dulcemente llora.
  • Acá viene sin duda, y verte intenta.
  • Mientras llamo a tu gente,
  • lamentaréis las dos más dulcemente.

Vase Fabio, y sale Tisbea

Tisbea
  • Robusto mar de España,
  • ondas de fuego, fugitivas ondas,
  • Troya de mi cabaña,
  • que ya el fuego por mares y por ondas
  • en sus abismos fragua
  • y en el mar forma por las llamas de agua,
  • ¡maldito el leño sea
  • que a tu amargo cristal halló camino,
  • y, antojo de Medea,
  • tu cáñamo primero, o primer lino
  • aspado de los vientos,
  • para telas de engaños e instrumentos!
Isabela
  • ¿Por qué del mar te quejas
  • tan tiernamente, hermosa pescadora?
Tisbea
  • Al mar formo mil quejas.
  • Dichosa vos, que en su tormento agora
  • de él os estás riendo.
Isabela
  • También quejas del mar estoy haciendo.
  • ¿De dónde sois?
Tisbea
  • De aquellas
  • cabañas que miráis del viento heridas,
  • tan victorioso entre ellas,
  • cuyas pobres paredes, desparcidas,
  • van el pedazos graves,
  • dándole mil graznidos ya las aves.
  • En sus pajas me dieron
  • corazón de fortísimo diamante,
  • mas las obras me hicieron
  • de este monstruo que ves tan arrogante
  • ablandarme, de suerte
  • que al sol la cera es más robusta y fuerte.
  • ¿Sois vos la Europa hermosa,
  • que esos toros os llevan?
Isabela
  • A Sevilla
  • llévanme a ser esposa
  • contra mi voluntad.
Tisbea
  • Si mi mancilla
  • a lástima os provoca,
  • y si injurias del mar os tienen loca,
  • en vuestra compañía
  • para serviros como humilde esclava
  • me llevad, que querría,
  • si el dolor o la afrenta no me acaba,
  • pedir al rey justicia
  • de un engaño cruel, de una malicia.
  • Del agua derrotado
  • a esta tierra llegó un don Juan Tenorio
  • difunto y anegado;
  • amparéle, hospedéle en tan notorio
  • peligro, y el vil huésped
  • víbora fue a mi planta en tierno césped.
  • Con palabra de esposo,
  • la que de nuestra costa burla hacía,
  • se rindió al engañoso.
  • ¡Mal haya la mujer que en hombres fía!
  • Fuése al fin y dejóme,
  • mira si es justo que venganza tome.
Isabela
  • ¡Calla, mujer maldita!
  • ¡Vete de mi presencia, que me has muerto!
  • Mas, si el dolor te incita
  • no tienes culpa tú. Prosigue, ¿es cierto?
Tisbea
  • Tan claro es como el día.
Isabela
  • ¡Mal haya la mujer que en hombres fía!
  • Pero sin duda el cielo
  • a ver estas cabañas me ha traído,
  • y de ti mi consuelo
  • en tan grave pasión ha renacido
  • para venganza mía.
  • ¡Mal haya la mujer que en hombres fía!
Tisbea
  • ¡Que me llevéis os ruego
  • con vos, señora, a mí y a un viejo padre,
  • porque de aqueste fuego
  • la venganza me dé que más me cuadre,
  • y al rey pida justicia
  • de este engaño y traición, de esta malicia!
  • Anfriso, en cuyos brazos
  • me pensé ver en tálamo dichoso,
  • dándole eternos lazos,
  • conmigo ha de ir, que quiere ser mi esposo.
Isabela
  • Ven en mi compañía.
Tisbea
  • ¡Mal haya la mujer que en hombres fía!
Рис.16 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

William Morris Hunt

Vanse Isabela y Tisbea

[En la catedral de Sevilla]

Salen don Juan y Catalinon

Catalinon
  • Todo en mal estado está.
Juan
  • ¿Cómo?
Catalinon
  • Que Octavio ha sabido
  • la traición de Italia ya,
  • y el de la Mota ofendido
  • de ti justas quejas da,
  • y dice que fue el recado
  • de su prima le diste
  • fingido y disimulado,
  • y con su capa emprendiste
  • la traición que la ha infamado.
  • Dicen que viene Isabela
  • a que seas su marido,
  • y dicen…
Juan
  • Calla.
Catalinon
  • Una muela
  • en la boca me has rompido.
Juan
  • Hablador, ¿quién te revela
  • tanto disparate junto?
Catalinon
  • ¿Disparate?
Juan
  • Disparate.
Catalinon
  • Verdades son.
Juan
  • No pregunto
  • si lo son, cuando me mate
  • Octavio, ¿estoy yo difunto?
  • ¿No tengo manos también?
  • ¿Dónde me tienes posada?
Catalinon
  • En calle oculta.
Juan
  • Está bien.
Catalinon
  • La iglesia es tierra sagrada.
Juan
  • Di que de día me den
  • en ella la muerte. ¿Viste
  • al novio de Dos Hermanas?
Catalinon
  • Allí le vi, ansiado y triste.
Juan
  • Aminta estas dos semanas
  • no ha de caer en el chiste.
Catalinon
  • Tan bien engañada está
  • que se llama doña Aminta.
Juan
  • Graciosa burla será.
Catalinon
  • Graciosa burla, y sucinta,
  • mas ella la llorará.
  • Descúbrese un sepulcro de don Gonzalo de Ulloa.
Juan
  • ¿Qué sepulcro es éste?
Catalinon
  • Aquí
  • don Gonzalo está enterrado.
Juan
  • Éste es a quien muerte di.
  • Gran sepulcro le han labrado.
Catalinon
  • Ordenólo el rey ansí.
  • ¿Cómo dice este letrero?
Juan
  • «Aquí aguarda del Señor
  • el más leal caballero
  • la venganza de un traidor».
  • Del mote reírme quiero.
  • Y ¿habéisos vos de vengar,
  • buen viejo, barbas de piedra?
Catalinon
  • No se las podrá pelar
  • quien barbas tan fuertes medra.
Juan
  • Aquesta noche a cenar
  • os aguardo en mi posada;
  • allí el desafío haremos,
  • si la venganza os agrada,
  • aunque mal reñir podremos,
  • si es de piedra vuestra espada.
Catalinon
  • Ya, señor, ha anochecido,
  • vámonos a recoger.
Juan

Larga esta venganza ha sido;

  • si es que vos la habéis de hacer,
  • importa no estar dormido,
  • que si a la muerte aguardáis
  • la venganza, la esperanza
  • agora es bien que perdáis,
  • pues vuestro enojo, y venganza,
  • tan largo me lo fiáis.

Vanse don Juan y Catalinon

[En un mesón de Sevilla]

Ponen la mesa dos criados

Criado 1
  • Quiero apercibir la mesa
  • que vendrá a cenar don Juan.
Criado 2
  • Puestas las mesas están.
  • ¡Qué flema tiene si empieza!
  • Ya tarda como solía
  • mi señor, no me contenta;
  • la bebida se calienta,
  • y la comida se enfría.
  • Mas quién a don Juan ordena
  • esta desorden?

Entran don Juan y Catalinon

Juan
  • ¿Cerraste?
Catalinon
  • Ya cerré como mandaste.
Juan
  • ¡Hola, tráiganme la cena!
Criado 2
  • Ya está aquí.
Juan
  • Catalinón,
  • siéntate.
Catalinon
  • Yo soy amigo
  • de cenar de espacio.
Juan
  • Digo
  • que te sientes.
Catalinon
  • La razón
  • haré.
Criado 1
  • También es camino
  • éste, si cena con él.
Juan
  • Siéntate.

Un golpe dentro

Catalinon
  • Golpe es aquél.
Juan
  • Que llamaron imagino.
  • Mira quién es.
Criado 1
  • Voy volando.
Catalinon
  • ¿Si es la justicia, señor?
Juan
  • Sea, no tengas temor.
  • Vuelve el Criado huyendo
  • ¿Quién es? De qué estás temblando?
Catalinon
  • De algún mal da testimonio.
Juan
  • Mal mi cólera resisto.
  • Habla, responde,)qué has visto?
  • ¿Asombróte algún demonio?
  • Ve tú, y mira aquella puerta,
  • presto, acaba.
Catalinon
  • ¿Yo?
Juan
  • Tú, pues,
  • acaba, menea los pies.
Catalinon
  • A mi abuela hallaron muerta,
  • como racimo colgada,
  • y desde entonces se suena
  • que anda siempre su alma en pena,
  • tanto golpe no me agrada.
Juan
  • Acaba.
Catalinon
  • ¡Señor, si sabes
  • que soy un Catalinón!
Juan
  • Acaba.
Catalinon
  • Fuerte ocasión.
Juan
  • ¿No vas?
Catalinon
  • ¿Quién tiene las llaves
  • de la puerta?
Criado 2
  • Con la aldaba
  • está cerrada no más.
Juan
  • ¿Qué tienes? ¿Por qué no vas?
Catalinon
  • Hoy Catalinón acaba.
  • Mas, ¿si las forzadas vienen
  • a vengarse de los dos?

Llega Catalinon a la puerta, y viene corriendo, cae y levántase

Juan
  • ¿Qué es eso?
Catalinon
  • ¡Válgame Dios,
  • que me matan, que me tienen!
Juan
  • ¿Quién te tiene? ¿Quién te mata?
  • ¿Qué has visto?
Catalinon
  • Señor, yo allí
  • vide, cuando luego fui,
  • quién me ase, quién me arrebata.
  • Llegué, cuando después ciego,
  • cuando vile, juro a Dios,
  • habló, y dijo, ¿quién sois vos?
  • Respondió, respondí. Luego,
  • Topé y vide…
Juan
  • ¿A quién?
Catalinon
  • No sé.
Juan
  • ¡Como el vino desatina!
  • Dame la vela, gallina,
  • y yo a quien llama veré.

Toma don Juan la vela, y llega a la puerta, sale al encuentro don Gonzalo, en la forma que estaba en el sepulcro, y don Juan se retira atrás turbado, empuñando la espada, y en la otra la vela, y don Gonzalo hacia él con pasos menudos, y al compás don Juan, retirándose, hasta estar en medios del teatro.

Juan
  • ¿Quién va?
Gonzalo
  • Yo soy.
Juan
  • ¿Quién sois vos?
Gonzalo
  • Soy el caballero honrado
  • que a cenar has convidado.
Juan
  • Cena habrá para los dos,
  • y si vienen más contigo,
  • para todos cena habrá,
  • ya puesta la mesa está.
  • Siéntate.
Catalinon
  • ¡Dios sea conmigo,
  • San Panuncio, San Antón!
  • Pues ¿los muertos comen? Di.
  • Por señas dice que sí.
Juan
  • Siéntate, Catalinón.
Catalinon
  • No señor, yo lo recibo
  • por cenado.
Juan
  • Es desconcierto.
  • ¿Qué temor tienes a un muerto?
  • ¿Qué hicieras estando vivo?
  • Necio y villano temor.
Catalinon
  • Cena con tu convidado,
  • que yo, señor, ya he cenado.
Juan
  • ¿He de enojarme?
Catalinon
  • Señor,
  • ¡vive Dios que huelo mal!
Juan
  • Llega, que aguardando estoy.
Catalinon
  • Yo pienso que muerto soy
  • y está muerto mi arrabal.
  • Tiemblan los Criados
Juan
  • Y vosotros, ¿qué decís
  • y qué hacéis? Necio temblar.
Catalinon
  • Nunca quisiera cenar
  • con gente de otro país.
  • ¿Yo, señor, con convidado
  • de piedra?
Juan
  • Necio temor.
  • Si es piedra, ¿qué te ha de hacer?
Catalinon
  • Dejarme descalabrado.
Juan
  • Háblale con cortesía.
Catalinon
  • ¿Está bueno? ¿Es buena tierra
  • la otra vida? ¿Es llano os sierra?
  • ¿Préciase allá la poesía?
Criado 1
  • A todo dice que sí
  • con la cabeza.
Catalinon
  • ¿Hay allá
  • muchas tabernas? Sí habrá,
  • si Noé reside allá.
Juan
  • ¡Hola, dadnos de cenar!
Catalinon
  • Señor muerto, ¿allá se bebe
  • con nieva?

Baja la cabeza don Gonzalo

  • Así que allá hay nieve;
  • buen país.
Рис.17 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Alexander Ver Huell

Juan
  • Si oír cantar
  • queréis, cantarán.

Baja la cabeza don Gonzalo

Criado 1
  • Sí, dijo.
Juan
  • Cantad.
Catalinon
  • Tiene el señor muerto
  • buen gusto.
Criado 1
  • Es noble por cierto,
  • y amigo de regocijo.
  • Cantan dentro
Musicos
  • «Si de mi amar aguardáis,
  • señora, de aquesta suerte,
  • el galardón a la muerte,
  • ¡qué largo me lo fiáis!»
Catalinon
  • O es sin duda veraniego
  • el seor muerto, o debe ser
  • hombre de poco comer.
  • Temblando al plato me llego.
  • Bebe
  • Poco beben por allá,
  • yo beberé por los dos.
  • Brindis de piedra, por Dios,
  • menos temor tengo ya.
Musicos
  • «Si este plazo me convida
  • para que serviros pueda,
  • pues larga vida me queda,
  • dejad que pase la vida.
  • Si de mi amor aguardáis,
  • señora, de aquesta suerte,
  • el galardón a la muerte,
  • ¡qué largo me lo fiáis!»
Catalinon
  • ¿Con cuál de tantas mujeres
  • como has burlado, señor,
  • hablan?
Juan
  • De todas me río,
  • amigo, en esta ocasión.
  • En Nápoles a Isabela
  • burlé.
Catalinon
  • Ésa ya no es hoy
  • burlada, porque se casa
  • contigo, como es razón.
  • Burlaste a la pescadora
  • que del mar te redimió,
  • pagándole el hospedaje
  • en moneda de rigor.
  • Burlaste a doña Ana…
Juan
  • Calla,
  • que hay parte aquí que lastó
  • por ella, y vengarse aguarda.
Catalinon
  • Hombre es de mucho valor,
  • que él es piedra, tú eres carne,
  • no es buena resolución.

Gonzalo hace señas, que se quite la mesa, y queden solos

Juan
  • Hola, quitad esa mesa,
  • que hace señas que los dos
  • nos quedemos, y se vayan
  • los demás.
Catalinon
  • Malo, por Dios,
  • no te quedes, porque hay muerto
  • que mata de un mojicón
  • a un gigante.
Juan
  • Salíos todos,
  • a ser yo Catalinón.
  • Vete.

Vanse, y quedan los dos solos, y hace señas que cierre la puerta

  • ¿Qué cierre la puerta?
  • Ya está cerrada, y ya estoy
  • aguardando lo que quieres,
  • sombra, fantasma o visión.
  • Si andas en pena, o si buscas
  • alguna satisfacción,
  • aquí estoy, dímelo a mí,
  • que mi palabra te doy
  • de hacer todo lo que ordenes.
  • ¿Estás gozando de Dios?
  • ¿Eres alma condenada
  • o de la eterna región?
  • ¿Díte la muerte en pecado?
  • Habla, que aguardando estoy.
  • Paso, como cosa del otro mundo
Gonzalo
  • ¿Cumplirásme una palabra
  • como caballero?
Juan
  • Honor
  • tengo, y las palabras cumplo,
  • porque caballero soy.
Gonzalo
  • Dame esa mano, no temas.
Juan
  • ¿Eso dices? ¿Yo temor?
  • Si fueras el mismo infierno
  • la mano te diera yo.

Dale la mano

Gonzalo
  • Bajo esa palabra y mano
  • mañana a las diez, te estoy
  • para cenar aguardando.
  • ¿Irás?
Juan
  • Empresa mayor
  • entendí que me pedías.
  • Mañana tu huésped soy.
  • ¿Dónde he de ir?
Gonzalo
  • A la capilla.
Juan
  • ¿Iré solo?
Gonzalo
  • No, id los dos,
  • y cúmpleme la palabra
  • como la he cumplido yo.
Juan
  • Digo que la cumpliré,
  • que soy Tenorio.
Gonzalo
  • Y yo soy
  • Ulloa.
Juan
  • Yo iré sin falta.
Gonzalo
  • Yo lo creo. Adiós.
Juan
  • Adiós.
  • Va a la puerta
  • Aguarda, te alumbraré.
Gonzalo
  • No alumbres, que en gracia estoy.

Vase Gonzalo muy poco a poco, mirando a don Juan, y don Juan a él, hasta que desaparece, y queda don Juan con pavor

Juan
  • ¡Válgame Dios! Todo el cuerpo
  • se ha bañado de un sudor
  • helado, y en las entrañas
  • se me ha helado el corazón.
  • Un aliento respiraba,
  • organizando la voz
  • tan frío, que parecía
  • infernal respiración.
  • Cuando me tomó la mano
  • de suerte me la abrasó,
  • que un infierno parecía
  • más que no vital calor.
  • Pero todas son ideas
  • que da a la imaginación
  • el temor; y temer muertos
  • es más villano temor.
  • Si un cuerpo con alma noble,
  • con potencias y razón,
  • y con ira, no se teme,
  • ¿quién cuerpos muertos temió?
  • Iré mañana a la iglesia,
  • donde convidado estoy,
  • porque se admire y espante
  • Sevilla de mi valor.

Vase don Juan

[Sevilla, el palacio real]

Sale el Rey, don Diego Tenorio, y acompañamiento

Rey
  • ¿Llegó al fin Isabela?
Diego
  • Y disgustada.
Рис.18 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Edouard Manet

Rey
  • Pues ¿no ha tomado bien el casamiento?
Diego
  • Siente, señor, el nombre de infamada.
Rey
  • De otra causa precede su tormento,
  • ¿dónde está?
Diego
  • En el convento está alojada
  • de las Descalzas.
Rey
  • Salga del convento
  • luego al punto, que quiero que en palacio
  • asista con la reina, más de espacio.
Diego
  • Si ha de ser con don Juan el desposorio,
  • manda, señor, que tu presencia vea.
Rey
  • Véame, y galán salga, que notorio
  • quiero que este placer al mundo sea.
  • Conde será desde hoy, don Juan Tenorio,
  • de Lebrija, él la mande y la posea;
  • que si Isabela a un duque corresponde,
  • ya que ha perdido un duque, gane un conde.
Diego
  • Todos por la merced, tus pies besamos.
Rey
  • Merecéis mi favor tan dignamente,
  • que si aquí los servicios ponderamos,
  • me quedo atrás con el favor presente.
  • Paréceme, don Diego, que hoy hagamos
  • las bodas de doña Ana juntamente.
Diego
  • ¿Con Octavio?
Rey
  • No es bien que el duque Octavio
  • sea el restaurador de aqueste agravio.
  • Doña Ana, con la reina, me ha pedido
  • que perdone al marqués, porque doña Ana,
  • ya que el padre murió, quiere marido,
  • porque si le perdió, con él le gana.
  • Iréis con poca gente, y sin ruido
  • luego a hablalle, a la fuerza de Triana,
  • por su satisfacción, y por su abono,
  • de su agraviada prima, le perdono.
Diego
  • Ya he visto lo que tanto deseaba.
Rey
  • Que esta noche han de ser, podéis decille,
  • los desposorios.
Diego
  • Todo en bien se acaba;
  • fácil será el marqués el persuadille,
  • que de su prima amartelado estaba.
Rey
  • También podéis a Octavio prevenille.
  • Desdichado es el duque con mujeres,
  • son todas opinión, y pareceres.
  • Hanme dicho que está muy enojado
  • con don Juan.
Diego
  • No me espanto, si ha sabido
  • de don Juan el delito averiguado
  • que la causa de tanto daño ha sido.
  • El duque viene.
Rey
  • No dejéis mi lado,
  • que en el delito sois comprehendido.

Sale el duque Octavio

Octavio
  • Los pies, invicto rey, me dé tu alteza.
Rey
  • Alzad, duque, y cubrid vuestra cabeza.
  • ¿Qué pedís?
Octavio
  • Vengo a pediros,
  • postrado ante vuestras plantas,
  • una merced, cosa justa,
  • digan de serme otorgada.
Rey
  • Duque, como justa sea,
  • digo que os doy mi palabra
  • de otorgárosla. Pedid.
Octavio
  • Ya sabes, señor, por cartas
  • de tu embajador, y el mundo
  • por la lengua de la fama
  • sabe, que don Juan Tenorio,
  • con española arrogancia,
  • en Nápoles, una noche,
  • para mí noche tan mala,
  • con mi nombre profanó
  • el sagrado de una dama.
Rey
  • No pases más adelante,
  • ya supe vuestra desgracia,
  • en efecto. ¿Qué pedís?
Octavio
  • Licencia que en la campaña
  • defienda cómo es traidor.
Diego
  • Eso no, su sangre clara
  • es tan honrada.
Rey
  • Don Diego…
Diego
  • ¿Señor?..
Octavio
  • ¿Quién eres, que hablas
  • en la presencia del rey
  • de esta suerte?
Diego
  • Soy quien calla
  • porque me lo manda el rey,
  • que si no, con esta espada
  • te respondiera.
Octavio
  • Eres viejo.
Diego
  • Yo he sido mozo en Italia,
  • a vuestro pesar un tiempo.
  • Ya conocieron mi espada
  • en Nápoles y en Milán.
Octavio
  • Tienes ya la sangre helada,
  • no vale fui, sino soy.
  • Empuña don Diego
Diego
  • Pues fui, y soy.
Rey
  • Tened, basta,
  • bueno está. Callad don Diego,
  • que a mi persona se guarda
  • poco respeto, y vos, duque,
  • después que las bodas se hagan,
  • más de espacio me hablaréis.
  • Gentilhombre de mi cámara
  • es don Juan, y hechura mía,
  • y de aqueste tronco rama.
  • Mirad por él.
Octavio
  • Yo lo haré,
  • gran señor, como lo mandas.
Rey
  • Venid conmigo, don Diego.
Diego
  • ¡Ay hijo, qué mal me pagas
  • el amor que te he tenido!
  • Duque…
Octavio
  • Gran señor…
Rey
  • Mañana
  • vuestras bodas han de hacer.
Octavio
  • Háganse, pues tú lo mandas.

Vase le Rey y don Diego, y salen Gaseno y Aminta

Gaseno
  • Este señor nos dirá
  • dónde está don Juan Tenorio.
  • Señor,)Si está por acá
  • un don Juan, a quien notorio
  • ya su apellido será?
Octavio
  • Don Juan Tenorio diréis.
Aminta
  • Sí, señor, ese don Juan.
Octavio
  • Aquí está. ¿Qué le queréis?
Aminta
  • Es mi esposo ese galán.
Octavio
  • ¿Cómo?
Aminta
  • Pues, ¿no lo sabéis
  • siendo del Alcázar vos?
Octavio
  • No me ha dicho don Juan nada.
Gaseno
  • ¿Es posible?
Octavio
  • Sí, por Dios.
Gaseno
  • Doña Aminta es muy honrada
  • cuando se casen los dos,
  • que cristiana vieja es
  • hasta lo huesos, y tiene
  • de la hacienda el interés
  • y a su virtud aun le aviene
  • más bien que un conde, un marqués.
  • Casóse don Juan con ella,
  • y quitósela a Batricio.
Aminta
  • Decid cómo fui doncella
  • a su poder.
Gaseno
  • No es juicio
  • esto, ni aquesta querella.
Octavio
  • (Ésta es burla de don Juan,

Aparte

  • y para venganza mía
  • éstos diciéndola están.)
  • ¿Qué pedís al fin?
Gaseno
  • Querría,
  • porque los días se van,
  • que se hiciese el casamiento,
  • o querellarme ante el rey.
Рис.19 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra
Octavio
  • Digo que es justo ese intento.
Gaseno
  • Y razón, y justa ley.
Octavio
  • Medida y mi pensamiento
  • ha venido la ocasión;
  • en el Alcázar tenemos
  • bodas.
Aminta
  • ¿Si las mías son?
Octavio
  • Quiero, para que acertemos
  • valerme de una invención.
  • Venid donde os vestiréis,
  • señora, a lo cortesano,
  • y a un cuarto del rey saldréis
  • conmigo.
Aminta
  • Vos de la mano
  • a don Juan me llevaréis.
Octavio
  • (Que de esta suerte es cautela).

Aparte

Gaseno
  • El arbitrio me consuela.
Octavio
  • Éstos venganza me dan

Aparte

  • de aqueste traidor don Juan
  • y el agravio de Isabela.

Vanse todos

[En la catedral de Sevilla]

Salen don Juan y Catalinon

Catalinon
  • ¿Cómo el rey te recibió?
Juan
  • Con más amor que mi padre.
Catalinon
  • ¿Viste a Isabela?
Juan
  • También.
Catalinon
  • ¿Cómo viene?
Juan
  • Como un ángel.
Catalinon
  • ¿Recibióte bien?
Juan
  • El rostro
  • bañado de leche, y sangre,
  • como la rosa que al alba
  • revienta la verde cárcel.
Catalinon
  • ¿Al fin esta noche son
  • las bodas?
Juan
  • Sin falta.
Catalinon
  • Si antes
  • hubieran sido, no hubieras
  • engañado a tantas antes.
  • Pero tú tomas esposa,
  • señor, con cargas muy grandes.
Juan
  • Di, ¿comienzas a ser necio?
Catalinon
  • Y podrás muy bien casarte
  • mañana, que hoy es mal día.
Juan
  • Pues ¿qué día es hoy?
Catalinon
  • Es martes.
Juan
  • Mil embusteros y locos
  • dan en esos disparates.
  • Sólo aquél llamo mal día,
  • aciago y detestable,
  • en que no tengo dineros,
  • que los demás es donaire.
Catalinon
  • Vamos, si te has de vestir,
  • que te aguardarán y es tarde.
Juan
  • Otro negocio tenemos
  • que hacer, aunque nos aguarden.
Catalinon
  • ¿Cuál es?
Juan
  • Cenar con el muerto.
Catalinon
  • Necedad de necedades.
Juan
  • ¿No ves que di mi palabra?
Catalinon
  • ¿Y cuando se la quebrantes,
  • qué importa? ¿Habrá de pedirte
  • una figura de jaspe
  • la palabra?
Juan
  • Podrá el muerto
  • llamarme a voces infame.
Catalinon
  • Ya está cerrada la iglesia.
Juan
  • Llama.
Catalinon
  • ¿Qué importa que llame?
  • ¿Quién tiene de abrir, que están
  • durmiendo los sacristanes?
Рис.20 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Manuel Garcia y Rodriguez

Juan
  • Llama a ese postigo.
Catalinon
  • Abierto
  • está.
Juan
  • Pues entra.
Catalinon
  • ¡Entre un fraile
  • con hisopo y con estola!
Juan
  • Sígueme y calla.
Catalinon
  • ¿Que calle?
Juan
  • Sí.
Catalinon
  • Ya callo. Dios en paz
  • de estos convites me saque.
  • Entran por una puerta y salen por otra
  • ¡Qué oscura que está la iglesia,
  • señor, para ser tan grande!
  • ¡Ay de mí! ¡Tenme, señor,
  • porque de la capa me asen!

Sale don Gonzalo como de antes y encuéntrase con ellos

Juan
  • ¿Quién es?
Gonzalo
  • Yo soy.
Catalinon
  • Muerto estoy.
Gonzalo
  • El muerto soy, no te espantes,
  • no entendí que me cumplieras
  • la palabra, según haces
  • de todos burla.
Juan
  • ¿Me tienes
  • en opinión de cobarde?
Gonzalo
  • Sí, que aquella noche huíste
  • de mí, cuando me mataste.
Juan
  • Huí de ser conocido,
  • mas ya me tienes delante,
  • di presto lo que me quieres.
Gonzalo
  • Quiero a cenar convidarte.
Catalinon
  • Aquí excusamos la cena,
  • que toda ha de ser fiambre
  • pues no parece cocina
  • [si al convidado le mate].
Juan
  • Cenemos.
Gonzalo
  • Para cenar
  • es menester que levantes
  • esa tumba.
Juan
  • Y si te importa,
  • levantaré esos pilares.
Gonzalo
  • Valiente estás.
Juan
  • Tengo brío
  • y corazón en las carnes.
Catalinon
  • Mesa de Guinea es ésta.
  • Pues, ¿no hay por allá quien lave?
Gonzalo
  • Siéntate.
Juan
  • ¿Adónde?
Catalinon
  • Con sillas
  • vienen ya dos negros pajes.

(Entran dos enlutados con dos sillas.)

  • ¿También acá se usan lutos
  • y bayeticas de Flandes?
Juan
  • Siéntate tú.
Catalinon
  • Yo, señor,
  • he merendado esta tarde.
Gonzalo
  • No repliques.
Catalinon
  • No replico.
  • (¡Dios en paz desto me saque!)
  • ¿Qué plato es éste, señor?
Gonzalo
  • Este plato es de alacranes
  • y víboras.
Catalinon
  • ¡Gentil plato!
Gonzalo
  • Estos son nuestros manjares.
  • ¿No comes tú?
Juan
  • Comeré,
  • si me dieses áspid y áspides
  • cuantos el infierno tiene.
Gonzalo
  • También quiero que te canten.
Catalinon
  • ¿Qué vino beben acá?
Gonzalo
  • Pruébalo.
Catalinon
  • Hiel y vinagre
  • es este vino.
Gonzalo
  • Este vino
  • exprimen nuestros lagares.

(Cantan:)

  • Adviertan los que de Dios
  • juzgan los castigos grandes,
  • que no hay plazo que no llegue
  • ni deuda que no se pague.
Catalinon
  • ¡Malo es esto, vive Cristo!
  • que he entendido este romance,
  • y que con nosotros habla.
Juan
  • Un yelo el pecho me parte.
Musicos
  • «Mientras en el mundo viva,
  • no es justo que diga nadie
  • qué largo me lo fiáis
  • siendo tan breve el cobrarse.»
Catalinon
  • ¿De qué es este guisadillo?
Gonzalo
  • De uñas.
Catalinon
  • De uñas de sastre
  • será, si es guisado de uñas.
Juan
  • Ya he cenado, haz que levanten
  • la mesa.
Gonzalo
  • Dame esa mano.
  • No temas, la mano dame.
Juan
  • ¿Eso dices? ¿Yo temor?
  • ¡Que me abraso! No me abrases
  • con tu fuego.
Gonzalo
  • Aquéste es poco
  • para el fuego que buscaste.
  • Las maravillas de Dios
  • son, don Juan, investigables,
  • y así quiere que tus culpas
  • a manos de un muerto pagues,
  • y así pagas de esta suerte
  • las doncellas que burlaste.
  • Ésta es justicia de Dios,
  • quien tal hace, que tal pague.
Juan
  • Que me abraso, no me aprietes,
  • con la daga he de matarte,
  • mas, (ay, que me canso en vano
  • de tirar golpes al aire!
  • A tu hija no ofendí,
  • que vio mis engaños antes.
Gonzalo
  • No importa, que ya pusiste
  • tu intento.
Juan
  • Deja que llame
  • quien me confiese y absuelva.
Gonzalo
  • No hay lugar, ya acuerdas tarde.
Juan
  • ¡Que me quemo! ¡Que me abraso!
  • Muerto soy.

Cae muerto don Juan

Catalinon
  • No hay quien se escape,
  • que aquí tengo de morir
  • también por acompañarte.
Gonzalo
  • Ésta es justicia de Dios,
  • quien tal hace, que tal pague.

Húndese el sepulcro con don Juan, y don Gonzalo, con mucho ruido, y sale Catalinon arrastrando

Catalinon
  • ¡Válgame Dios! ¿Qué es aquesto?
  • Toda la capilla se arde,
  • y con el muerto he quedado,
  • para que le vele y guarde
  • Arrastrando como pueda,
  • iré a avisar a su padre,
  • san Jorge, san Agnus Dei,
  • sacadme en paz a la calle.

Vase Catalinon

Рис.21 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Alexandre Evariste Fragonard

[Sevilla, el palacio real]

Sale el Rey, don Diego y acompañamiento

Diego
  • Ya el marqués, señor, espera
  • besar vuestros pies reales.
Rey
  • Entre luego y avisad
  • al conde, porque no aguarde.

Salen Batricio y Gaseno.

Batricio
  • ¿Dónde, señor, se permiten
  • desenvolturas tan grandes?
  • Que tus criados afrenten
  • a los hombres miserables.
Rey
  • ¿Qué dices?
Batricio
  • Don Juan Tenorio,
  • alevoso y detestable,
  • la noche del casamiento,
  • antes que le consumase,
  • a mi mujer me quitó,
  • testigos tengo delante.

Salen Tisbea e Isabela y acompañamiento

Tisbea
  • Si vuestra alteza, señor,
  • de don Juan Tenorio no hace
  • justicia, a Dios y a los hombres,
  • mientras viva he de quejarme.
  • Derrotado le echó el mar,
  • díle vida y hospedaje,
  • y pagóme esta amistad
  • con mentirme y engañarme
  • con nombre de mi marido.
Rey
  • ¿Qué dices?
Isabela
  • Dice verdades.

Salen Aminta y el duque Octavio.

Aminta
  • ¿Adónde mi esposo está?
Rey
  • ¿Quién es?
Aminta
  • Pues, ¿aún no lo sabe?
  • El señor don Juan Tenorio,
  • con quien vengo a desposarme,
  • porque me debe el honor,
  • y es noble, y no ha de negarme.
  • Manda que nos desposemos.
Рис.22 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra
Rey
  • ¿Esto mis privados hacen?
  • Prendedle y matadle luego.
  • ¿Esto mis privados hacen?

Sale el marqués de la Mota

Mota
  • Pues es tiempo, gran señor,
  • que a luz verdades se saquen,
  • sabrás que don Juan Tenorio
  • la culpa que me imputaste
  • cometió, que con mi capa
  • pudo él cruel engañarme
  • de que tengo dos testigos.
Rey
  • ¿Hay desvergüenza tan grande?
Diego
  • En premio de mis servicios
  • haz que le prendan, y pague
  • sus culpas, porque del cielo
  • rayos contra mí no bajen,
  • siendo mi hijo tan malo.
Rey
  • ¿Esto mis privados hacen?

Sale Catalinon

Catalinon
  • Escuchad, oíd, señores,
  • el suceso más notable
  • que en el mundo ha sucedido,
  • y en oyéndolo matadme.
  • Don Juan, del comendador
  • haciendo burla una tarde,
  • después de haberle quitado
  • las dos prendas que más valen,
  • tirando al bulto de piedra
  • la barba por ultrajarle,
  • a cenar le convidó.
  • ¡Nunca fuera a convidarle!
  • Fue el bulto, y le convidó
  • y agora, porque no os canse,
  • acabando de cenar
  • entre mil presagios graves
  • de la mano le tomó
  • y le aprieta hasta quitalle
  • la vida, diciendo «Dios
  • me manda que así te mate,
  • castigando tus delitos.
  • ¡Quién tal hace, que tal pague!»
Rey
  • ¿Qué dices?
Catalinon
  • Lo que es verdad,
  • diciendo antes que acabase,
  • que a doña Ana no debía
  • honor, que lo oyeron antes
  • del engaño.
Mota
  • Por las nuevas
  • mil albricias quiero darte.
Rey
  • ¡Justo castigo del cielo!
  • Y agora es bien que se casen
  • todos, pues la causa es muerta,
  • vida de tantos desastres.
Octavio
  • Pues ha enviudado Isabela,
  • quiero con ella casarme.
Mota
  • Yo con mi prima.
Batricio
  • Y nosotros
  • con las nuestras, porque acabe
  • «El convidado de piedra.»
Rey
  • Y el sepulcro se traslade
  • en San Francisco en Madrid
  • para memoria más grande.

FIN DE LA COMEDIA

Рис.23 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Jose Dominguez Becquer

Don Gil de las calzas verdes

Рис.24 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra
Personas
Рис.1 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Doña Juana.

Don Diego.

Don Martín.

Don Antonio.

Doña Inés.

Celio.

Don Pedro, [viejo].

Fabio.

Doña Clara.

Decio.

Don Juan Valdivieso, escudero.

Quintana, [criado].

[Aguilar], paje.

Caramanchel, [lacayo].

Un Alguacil.

Osorio.

Músicos.

Рис.2 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Acto I

Рис.3 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

[Entrada al Puente de Segovia.]

Sale Doña Juana, de hombre, con calzas y vestido todo verde, y Quintana, criado.

Quintana
  • Ya que a vista de Madrid
  • y en su puente segoviana,
  • olvidamos, doña Juana,
  • huertas de Valladolid,
  • Puerta del Campo, Espolón,
  • puentes, galeras, Esgueva,
  • con todo aquello que lleva,
  • por ser como inquisición
  • de la pinciana nobleza
  • (pues cual brazo de justicia,
  • desterrando su inmundicia,
  • califica su limpieza);
  • ya que nos traen tus pesares
  • a que desta insigne puente
  • veas la humilde corriente
  • del enano Manzanares,
  • que por arenales rojos
  • corre, y se debe correr,
  • que en tal puente venga a ser
  • lágrima de tantos ojos;
  • ¿no sabremos qué ocasión
  • te ha traído desa traza?
  • ¿Qué peligro te disfraza
  • de damisela en varón?
Рис.25 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Jose Dominguez Becquer

Doña Juana
  • Por agora no, Quintana.
Quintana
  • Cinco días hace hoy
  • que mudo contigo voy.
  • Un lunes por la mañana
  • en Valladolid quisiste
  • fiarte de mi lealtad:
  • dejaste aquella ciudad;
  • a esta corte te partiste,
  • quedando sola la casa
  • de la vejez que te adora,
  • sin ser posible hasta agora
  • saber de ti lo que pasa,
  • por conjurarme primero
  • que no examine qué tienes,
  • por qué, cómo o dónde vienes;
  • y yo, humilde majadero,
  • callo y camino tras ti,
  • haciendo más conjeturas
  • que un matemático a escuras.
  • ¿Dónde me llevas ansí?
  • Aclara mi confusión,
  • si a lástima te he movido;
  • que si contigo he venido,
  • fue tu determinación
  • de suerte que, temeroso
  • de que si sola salías
  • a riesgo tu honor ponías,
  • tuve por más provechoso
  • seguirte y ser de tu honor
  • guardajoyas, que quedar,
  • yéndote tú, a consolar
  • las congojas de señor.
  • Ten ya compasión de mí;
  • que suspensa el alma está
  • hasta saberlo.
Doña Juana
  • Será
  • para admirarte. Oye.
Quintana
  • Dí.
Doña Juana
  • Dos meses ha que pasó
  • la Pascua, que por abril
  • viste bizarra los campos
  • de felpas y de tabís,
  • cuando a la puente (que a medias
  • hicieron, a lo que oí,
  • Pero Anzures y su esposa)
  • va todo Valladolid.
  • Iba yo con los demás;
  • pero no sé si volví,
  • a lo menos con el alma,
  • que no he vuelto a reducir;
  • porque junto a la Vitoria
  • un Adonis bello vi,
  • que a mil Venus daba amores,
  • y a mil Martes celos mil.
  • Diome un vuelco el corazón,
  • porque amor es alguacil
  • de las almas, y temblé
  • como a la justicia vi.
  • Tropecé, si con los pies,
  • con los ojos al salir,
  • la libertad en la cara,
  • en el umbral un chapín.
  • Llegó, descalzado el guante,
  • una mano de marfil
  • a tenerme de su mano…
  • ¡Qué bien me tuvo! ¡ay de mí!
  • Y diciéndome: «Señora,
  • tened; que no es bien que así
  • imite al querub soberbio,
  • cayendo, tal serafín».
  • Un guante me llevó en prendas
  • del alma, y si he de decir
  • la verdad, dentro del guante
  • el alma que le ofrecí.
  • Toda aquella tarde corta
  • (digo, corta para mí;
  • que aunque las de abril son largas,
  • mi amor no las juzgó ansí),
  • bebió el alma por los ojos,
  • sin poderse resistir,
  • el veneno que brindaba
  • su talle airoso y gentil.
  • Acostóse el sol de envidia,
  • y llegóse a despedir
  • de mí al estribo de un coche
  • adonde supo fingir
  • amores, celos, firmezas,
  • suspirar, temer, sentir
  • ausencias, desdén, mudanzas,
  • y otros embelecos mil,
  • con que engañándome el alma,
  • Troya soy, si Scitia fui.
  • Entré en casa enajenada.
  • Si amaste, juzga por ti
  • en desvelos principiantes
  • qué tal llegué. No dormí,
  • no sosegué; parecióme
  • que, olvidado de salir
  • el sol, ya se desdeñaba
  • de dorar nuestro cenit.
  • Levantéme con ojeras,
  • desojada por abrir
  • un balcón, de donde luego
  • mi adorado ingrato vi.
  • Aprestó desde aquel día
  • asaltos para batir
  • mi libertad descuidada.
  • Dio en servirme desde allí.
  • Papeles leí de día,
  • músicas de noche oí,
  • joyas recibí, y ya sabes
  • qué se sigue al recibir.
  • ¿Para qué te canso en esto?
  • En dos meses don Martín
  • de Guzmán (que así se llama
  • quién me obliga a andar ansí)
  • allanó dificultades,
  • tan arduas de resistir
  • en quien ama, cuanto amor
  • invencible, todo ardid.
  • Diome palabra de esposo;
  • pero fue palabra en fin,
  • tan pródiga en las promesas,
  • como avara en el cumplir.
  • Llegó a oídos de su padre
  • (debióselo de decir
  • mi desdicha) nuestro amor;
  • y aunque sabe que nací,
  • si no tan rica, tan noble,
  • el oro, que es sangre vil
  • que califica intereses,
  • un portillo supo abrir
  • en su codicia. ¡Qué mucho,
  • siendo él viejo, y yo infeliz!
  • Ofrecióse un casamiento
  • de una doña Inés, que aquí
  • con setenta mil ducados
  • se hace adorar y aplaudir.
  • Escribió su viejo padre
  • al padre de don Martín,
  • pidiéndole para yerno;
  • no se atrevió a dar el sí
  • claramente, por saber
  • que era forzoso salir
  • a la causa mi deshonra.
  • Oye una industria civil.
  • Previno postas el viejo,
  • y hizo a mi esposo partir
  • a esta corte, toda engaños.
  • Ya, Quintana, está en Madrid.
  • Díjole que se mudase
  • el nombre de don Martín,
  • atajando inconvenientes,
  • en el nombre de don Gil;
  • por que, si de parte mía
  • viniese en su busca aquí
  • la justicia, deslumbrase
  • su diligencia este ardid.
  • Escribió luego a don Pedro
  • Mendoza y Velasteguí,
  • padre de mi opositora,
  • dándole en él a sentir
  • el pesar de que impidiese
  • la liviandad juvenil
  • de su hijo el concluirse
  • casamiento tan feliz;
  • que por estar desposado
  • con doña Juana Solís,
  • si bien noble, no tan rica
  • como pudiera elegir,
  • enviaba en su lugar
  • y en vez de su hijo, a un don Gil
  • de no sé quién, de lo bueno
  • que ilustra a Valladolid.
  • Partióse con este embuste;
  • mas la sospecha, adalid
  • lince de los pensamientos,
  • y Argos cauteloso en mí,
  • adivinó mis desgracias,
  • sabiéndolas descubrir
  • el oro que en dos diamantes
  • bastante son para abrir
  • secretos de cal y canto.
  • Supe todo el caso, en fin,
  • y la distancia que hay
  • del prometer al cumplir.
  • Saqué fuerzas de flaqueza,
  • dejé el temor femenil,
  • dióme alientos el agravio
  • y de la industria adquirí
  • la determinación cuerda;
  • porque pocas veces vi
  • no vencer la diligencia
  • cualquier fortuna infeliz.
  • Disfracéme como ves;
  • y, fiándome de ti,
  • a la fortuna me arrojo
  • y al puerto pienso salir.
  • Dos días ha que mi amante,
  • cuando mucho, está en Madrid:
  • mi amor midió sus jornadas.
  • Y ¿quién duda, siendo así,
  • que no habrá visto a don Pedro
  • sin primero prevenir
  • galas con que enamorar,
  • y trazas con que mentir?
  • Yo, pues que he de ser estorbo
  • de su ciego frenesí,
  • a vista tengo de andar
  • de mi ingrato don Martín,
  • malogrando cuanto hiciere:
  • el cómo déjalo a mí.
  • Para que no me conozca
  • (que no hará, vestida ansí)
  • falta sólo que te ausentes,
  • no me descubran por ti.
  • Vallecas dista una legua:
  • disponte luego a partir
  • allá; que de cualquier cosa,
  • o próspera o infeliz,
  • con los que a vender pan vienen
  • de allá, te podré escribir.
Quintana
  • Verdaderas has sacado
  • las fábulas de Merlín.
  • No te quiero aconsejar.
  • Dios te deje conseguir
  • el fin de tus esperanzas.
Doña Juana
  • Adiós.
Quintana
  • ¿Escribirás?
Doña Juana
  • Sí.

(Vase Quintana.)

Sale Caramanchel, lacayo.

[Doña Juana.]

Caramanchel
  • Pues para fiador no valgo,
  • sal acá, bodegonero;
  • que en esta puente te espero.
Doña Juana
  • ¡Hola! ¿Qué es eso?
Caramanchel
  • Oye, hidalgo;
  • eso de hola, al que a la cola
  • como contera le siga;
  • y a las doce sólo diga:
  • «Olla, olla», y no «hola, hola».
Doña Juana
  • Yo que hola agora os llamo,
  • daros esotro podré.
Caramanchel
  • Perdóneme, pues, usté.
Doña Juana
  • ¿Buscais amo?
Caramanchel
  • Busco un amo;
  • que si el cielo los lloviera,
  • y las chinches se tornaran
  • amos; si amos pregonaran
  • por las calles; si estuviera
  • Madrid de amos empedrado,
  • y ciego yo los pisara,
  • nunca en uno tropezara,
  • según soy de desdichado.
Doña Juana
  • ¿Qué tantos habeis tenido?
Caramanchel
  • Muchos, pero más inormes,
  • que Lazarillo de Tormes.
  • Un mes serví, no cumplido,
  • a un médico muy barbado,
  • belfo, sin ser alemán;
  • guantes de ámbar, gorgorán,
  • mula de felpa, engomado,
  • muchos libros, poca ciencia;
  • pero no se me lograba
  • el salario que me daba,
  • porque con poca conciencia
  • lo ganaba su mercé;
  • y huyendo de tal azar,
  • me acogí con Cafíamar.
Doña Juana
  • ¿Mal lo ganaba? ¿Por qué?
Caramanchel
  • Por mil causas: la primera,
  • porque con cuatro aforismos,
  • dos textos, tres silogismos,
  • curaba una calle entera.
  • No hay facultad que más pida
  • estudios, libros, galenos,
  • ni gente que estudie menos,
  • con importarnos la vida.
  • Pero, ¿cómo han de estudiar,
  • no parando en todo el día?
  • Yo te diré lo que hacía
  • mi médico. Al madrugar,
  • almorzaba de ordinario
  • una lonja de lo añejo,
  • porque era cristiano viejo;
  • y con este letüario
  • aqua vitis, que es de vid,
  • visitaba sin trabajo,
  • calle arriba, calle abajo,
  • los egrotos de Madrid.
  • Volvíamos a las once:
  • considere el pío lector,
  • si podría el mi doctor,
  • puesto que fuese de bronce,
  • harto de ver orinales,
  • y fístulas, revolver
  • Hipócrates, y leer
  • las curas de tantos males.
  • Comía luego su olla,
  • con un asado manido,
  • y después de haber comido,
  • jugaba cientos o polla.
  • Daban las tres y tornaba
  • a la médica atahona,
  • yo la maza y él la mona;
  • y cuando a casa llegaba,
  • ya era de noche. Acudía
  • al estudio, deseoso
  • (aunque no era escrupuloso)
  • de ocupar algo del día
  • en ver los expositores
  • de sus Rasis y Avicenas;
  • asentábase, y apenas
  • ojeaba dos autores,
  • cuando doña Estefanía
  • gritaba: «Ola, Inés, Leonor,
  • id a llamar al doctor:
  • que la cazuela se enfría».
  • Respondía él: «En un hora
  • no hay que llamarme a cenar.
  • Déjenme un rato estudiar.
  • Decid a vuestra señora
  • que le ha dado garrotillo
  • al hijo de tal Condesa;
  • y que está la ginovesa,
  • su amiga, con tabardillo;
  • que es fuerza mirar si es bueno
  • sangrarla estando preñada;
  • que a Dioscórides le agrada;
  • mas no lo aprueba Galeno».
  • Enfadábase la dama,
  • y entrando a ver su doctor,
  • decía: «Acabad, señor;
  • cobrado habéis harta fama,
  • y demasiado sabéis
  • para lo que aquí ganáis:
  • advertid, si así os cansáis,
  • que presto os consumiréis.
  • Dad al diablo los Galenos,
  • si os han de hacer tanto daño:
  • ¿Qué importa al cabo del año
  • veinte muertos más o menos?»
  • Con aquestos incentivos
  • el doctor se levantaba;
  • los textos muertos cerraba
  • por estudiar en los vivos.
  • Cenaba, yendo en ayunas
  • de la ciencia que vio a solas;
  • comenzaba en escarolas,
  • acababa en aceitunas,
  • y acostándose repleto,
  • al punto del madrugar,
  • se volvía a visitar,
  • sin mirar ni un quodlibeto.
  • Subía a ver al paciente;
  • decía cuatro chanzonetas;
  • escribía dos recetas
  • destas que ordinariamente
  • se alegan sin estudiar;
  • y luego los embaucaba
  • con unos modos que usaba
  • extraordinarios de hablar.
  • «La enfermedad que le ha dado,
  • señora, a Vueseñoría,
  • son flatos e hipocondría;
  • siento el pulmón opilado,
  • y para desarraigar
  • las flemas vítreas que tiene
  • con el quilo, le conviene
  • (por que mejor pueda obrar
  • Naturaleza) que tome
  • unos alquermes que den
  • al hépate y al esplén
  • la sustancia que el mal come».
  • Encajábanle un doblón,
  • y asombrados de escucharle,
  • no cesaban de adularle,
  • hasta hacerle un Salomón.
  • Y juro a Dios que, teniendo
  • cuatro enfermos que purgar,
  • le vi un día trasladar
  • (no pienses que estoy mintiendo)
  • de un antiguo cartapacio
  • cuatro purgas, que llevó
  • escritas (fuesen o no
  • a propósito) a palacio;
  • y recetada la cena
  • para el que purgarse había,
  • sacaba una y le decía:
  • «Dios te la depare buena»
  • ¿Parécele a vuesasté
  • que tal modo de ganar
  • se me podía a mí lograr?
  • Pues por esto le dejé.
Doña Juana
  • ¡Escrupuloso criado!
Caramanchel
  • Acomodéme después
  • con un abogado, que es
  • de las bolsas abogado,
  • y enfadóme que aguardando
  • mil pleiteantes que viese
  • sus procesos, se estuviese
  • catorce horas enrizando
  • el bigotismo; que hay trazas
  • dignas de un jubón de azotes.
  • Unos empina-bigotes
  • hay a modo de tenazas,
  • con que se engoma el letrado
  • la barba que en punta está:
  • ¡Miren qué bien que saldrá
  • un parecer engomado!
  • Dejéle, en fin; que estos tales,
  • por engordar alguaciles,
  • miran derechos civiles
  • y hacen tuertos criminales.
  • Serví luego a un clerigón
  • un mes (pienso que no entero)
  • de lacayo y despensero.
  • Era un hombre de opinión:
  • Su bonetazo calado,
  • lucio, grave, carilleno,
  • mula de veintidoseno,
  • el cuello torcido a un lado;
  • y hombre, en fin, que nos mandaba
  • a pan y agua ayunar
  • los viernes, por ahorrar
  • la pitanza que nos daba;
  • y él comiéndose un capón
  • (que tenía con ensanchas
  • la conciencia, por ser anchas
  • las que teólogas son),
  • quedándose con los dos
  • alones cabeceando,
  • decía, al cielo mirando:
  • ¡Ay, ama, qué bueno es Dios!
  • Dejéle, en fin, por no ver
  • santo que tan gordo y lleno,
  • nunca a Dios llamaba bueno,
  • hasta después de comer.
  • Luego entré con un pelón
  • que sobre un rocín andaba,
  • y aunque dos reales me daba
  • de ración y quitación,
  • si la menor falta hacía,
  • por irremisible ley,
  • olvidando el Agnus Dei,
  • qui tollis ración, decía.
  • Quitábame de ordinario
  • la ración, pero el rocín
  • y su medio celemín
  • alentaban mi salario,
  • vendiendo sin redención
  • la cebada que le hurtaba:
  • con que yo ración llevaba,
  • y el rocín la quitación.
  • Serví a un moscatel, marido
  • de cierta doña Mayor,
  • a quien le daba el señor
  • por uno y otro partido
  • comisiones, que a mi ver
  • el proveyente cobraba,
  • pues con comisión quedaba
  • de acudir a su mujer.
  • Si te hubiera de contar
  • los amos que en varias veces
  • serví, y andan como peces
  • por los golfos deste mar,
  • fuera un trabajo excusado;
  • bástete el saber que estoy
  • sin cómodo el día de hoy,
  • por mal acondicionado.
Doña Juana
  • Pues si das en coronista
  • de los diversos señores
  • que se extreman en humores,
  • desde hoy me pon en tu lista,
  • porque desde hoy te recibo
  • en mi servicio.
Caramanchel
  • ¡Lenguaje
  • nuevo! ¿Quién ha visto paje
  • con lacayo?
Doña Juana
  • Yo no vivo
  • sino sólo de mi hacienda;
  • ni paje en mi vida fui:
  • vengo a pretender aquí
  • un hábito o encomienda;
  • y porque en Segovia dejo
  • malo a un mozo, he menester
  • quien me sirva.
Caramanchel
  • ¿A pretender
  • entráis mozo? Saldréis viejo.
Doña Juana
  • Cobrando voy afición
  • a tu humor.
Caramanchel
  • Ninguno ha habido,
  • de los amos que he tenido,
  • ni poeta, ni capón;
  • parecéisme lo postrero;
  • y así, señor, me tened
  • por criado, y sea a merced,
  • que medrar mejor espero
  • que sirviéndoos a destajo,
  • en fe de ser yo tan fiel.
Doña Juana
  • ¿Llámaste?
Caramanchel
  • Caramanchel,
  • porque nací en el de abajo.
Doña Juana
  • Aficionándome vas
  • por lo airoso y lo sutil.
Caramanchel
  • ¿Cómo os llamáis vos?
Doña Juana
  • Don Gil.
Caramanchel
  • ¿Y qué más?
Doña Juana
  • Don Gil no más.
Caramanchel
  • Capón sois hasta en el nombre;
  • pues si en ello se repara,
  • las barbas son en la cara
  • lo mismo que el sobrenombre.
Doña Juana
  • Agora importa encubrir
  • mi apellido. ¿Qué posada
  • conoces limpia y honrada?
Caramanchel
  • Una te haré prevenir
  • de las frescas y curiosas
  • de Madrid.
Doña Juana
  • ¿Hay ama?
Caramanchel
  • Y moza.
Doña Juana
  • ¿Cosquillosa?
Caramanchel
  • Y que retoza.
Doña Juana
  • ¿Qué calle?
Caramanchel
  • De las Urosas.
Doña Juana
  • Vamos

[Aparte.]

  • que noticia llevo
  • de la casa donde vive
  • don Pedro. Madrid, recibe
  • este forastero nuevo
  • en tu amparo.
Caramanchel [Aparte]
  • ¡Qué bonito
  • que es el tiple moscatel!

[Sala en casa de Don Pedro.]

(Salen Don Pedro, viejo, leyendo una carta, Don Martín y Osorio.)

Don Pedro

(Lee.)

«Digo, en conclusión, que don Martín, si fuera tan cuerdo como mozo, hiciera dichosa mi vejez, trocando nuestra amistad en parentesco. Ha dado palabra a una dama de esta ciudad, noble y hermosa, pero pobre; y ya vos veis en los tiempos presentes lo que pronostican hermosuras sin hacienda. Llegó este negocio a lo que suelen los de su especie; a arrepentirse él, y a ejecutarle ella por la justicia: ponderad vos lo que sentirá quien pierde vuestro deudo, vuestra nobleza y vuestro mayorazgo, con tal prenda como mi señora doña Inés; pero ya que mi suerte estorba tal ventura, tenelda a no pequeña, que el señor don Gil de Albornoz, que ésta lleva, esté en estado de casarse, y deseoso de que sea con las mejoras que en vuestra hija le he ofrecido. Su sangre, discreción, edad y mayorazgo (que heredará brevemente de diez mil ducados de renta) os pueden hacer olvidar el favor que os debo, y dejarme a mí envidioso. La merced que le hiciéredes recibiré en lugar de don Martín, que os besa las manos. Dadme muchas y buenas nuevas de vuestra salud y gusto, que el cielo aumente, etc. Valladolid y julio, etc. Don Andrés de Guzmán.»

Рис.26 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Giovanni Battista Trotti

Don Pedro
  • Seáis, señor, mil veces bien venido
  • para alegrar aquesta casa vuestra;
  • que para comprobar lo que he leído,
  • sobra el valor que vuestro talle muestra.
  • Dichosa doña Inés hubiera sido,
  • si para ennoblecer la sangre nuestra,
  • prendas de don Martín con prendas mías
  • regocijaran mis postreros días.
  • Ha muchos años que los dos tenemos
  • recíproca amistad, ya convertida
  • en natural amor, que en los extremos
  • de la primera edad, tarde se olvida;
  • no pocos ha también que no nos vemos,
  • a cuya causa, en descansada vida,
  • quisiera yo, comunicando prendas,
  • juntar como las almas las haciendas.
  • Pero pues don Martín inadvertido
  • hace imposible el dicho casamiento,
  • que vos en su lugar hayais venido,
  • señor don Gil, me tiene muy contento.
  • No digo que mejora de marido
  • mi Inés; que al fin será encarecimiento
  • de algún modo en agravio de mi amigo;
  • mas que lo juzgo creed, si no lo digo.
Don Martín
  • Comenzáis de manera a aventajaros
  • en hacerme merced, que temeroso,
  • señor don Pedro, de poder pagaros
  • aun en palabras (que en el generoso
  • son prendas de valor), para envidiaros,
  • en obras y en palabras vitorioso,
  • agradezco callando, y mudo muestro
  • que no soy mío ya porque soy vuestro.
  • Deudos tengo en la corte, y muchos dellos
  • títulos, que podrán daros noticia
  • de quién soy, si os importa conocellos,
  • que la suerte me fue en esto propicia;
  • aunque si os informais, de los cabellos
  • quedará mi esperanza, que codicia
  • lograr abrazos y cumplir deseos,
  • abreviando noticias y rodeos.
  • Fuera de que mi padre (que quisiera
  • darme en Valladolid esposa a gusto
  • más de su edad que a mi elección) me espera
  • por puntos; y si sabe que a disgusto
  • suyo me caso aquí, de tal manera
  • lo tiene de sentir, que si del susto
  • destas nuevas no muere, ha de estorbarme
  • la dicha que en secreto podéis darme.
Don Pedro
  • No tengo yo en tan poco de mi amigo
  • el crédito y estima, que no sobre
  • su firma sola, sin buscar testigo
  • por quien vuestro valor alientos cobre.
  • Negociado tenéis para conmigo;
  • y aunque un hidalgo fuérades tan pobre
  • como el que más, a doña Inés os diera,
  • si don Andrés por vos intercediera.
Don Martín (Aparte a Osorio.)
  • El embeleco, Osorio, va excelente.
Osorio [Aparte a Don Martín.]
  • Aprieta con la boda, antes que venga
  • doña Juana a estorbarlo.
Don Martín [Aparte a Osorio.]
  • Brevemente
  • mi diligencia hará que efeto tenga.
Don Pedro
  • No quiero que cojamos de repente,
  • don Gil, a doña Inés, sin que prevenga
  • la prudencia palabras para el susto
  • que suele dar un no esperado gusto.
  • Si verla pretendeis, irá esta tarde
  • a la huerta del Duque convidada,
  • y sin saber quién sois haréis alarde
  • de vuestra voluntad.
Don Martín
  • ¡Oh, prenda amada!
  • Camine el sol, por que otro sol aguarde,
  • y deteniendo el sol a su jornada,
  • haga inmóvil su luz para que sea
  • eterno el día que sus ojos vea.
Don Pedro
  • Si no tenéis posada prevenida,
  • y ésta merece huésped tan honrado,
  • recibiré merced.
Don Martín
  • Apercebida
  • está cerca de aquí, según me han dado
  • noticia, la de un primo; aunque la vida,
  • que en ésta sus venturas ha cifrado,
  • hiciera aquí de su contento alarde.
Don Pedro
  • En la huerta os espero.
Don Martín
  • El cielo os guarde.

(Vanse.)

Salen Doña Inés y Don Juan

[al fin de la escena Don Pedro.]

Doña Inés
  • En dando tú en recelar,
  • no acabaremos hogaño.
Don Juan
  • Mucho deseas acabar.
Doña Inés
  • Pesado estás hoy y extraño.
Don Juan
  • ¿No ha de pesar un pesar?
  • No vayas hoy, por mi vida
  • (si es que te importa), a la huerta.
Doña Inés
  • Si mi prima me convida…
Don Juan
  • Donde no hay voluntad cierta.
  • no falta excusa fingida.
Doña Inés
  • ¿Qué disgusto se te sigue
  • de que yo vaya?
Don Juan
  • Parece
  • que el temor que me persigue
  • triste suceso me ofrece,
  • sin que mi amor le mitigue.
  • Pero en fin, ¿te determinas
  • de ir allá?
Doña Inés
  • Ve tú también,
  • y verás cómo imaginas
  • de mi firmeza no bien.
Don Juan
  • Como en mi alma predominas,
  • obedecerte es forzoso.
Doña Inés
  • Celos y escrúpulos son
  • de una especie; y un curioso
  • duda de la salvación,
  • don Juan, del escrupuloso.

[Vuelve Don Pedro, y se queda escuchando a la puerta.]

  • Tú solamente has de ser
  • mi esposo. Ve allá a la tarde.
Don Pedro [Aparte]
  • ¡Su esposo! ¿Cómo?
Don Juan
  • A temer
  • voy. Adiós.
Doña Inés
  • Él te me guarde.

(Vase Don Juan.)

[Don Pedro, Doña Inés.]

Don Pedro
  • Inés.
Doña Inés
  • Señor, ¿es querer
  • decirme que tome el manto?
  • Aguardándome estará
  • mi prima.
Don Pedro
  • Mucho me espanto
  • de que des palabra ya
  • de casarte. ¿Tiempo tanto
  • ha que dilato el ponerte
  • en estado? ¿Tantas canas
  • peinas, que osas atreverte
  • a dar palabras livianas
  • con que apresures mi muerte?
  • ¿Qué hacía don Juan aquí?
Doña Inés
  • No te alteres, que no es justo;
  • que yo palabra le di,
  • presuponiendo tu gusto;
  • y no pierdes, siendo ansí,
  • nada en que don Juan pretenda
  • ser tu yerno, si el valor
  • sabes que ilustra su hacienda.
Don Pedro
  • Esposo tienes mejor.
  • Detén al deseo la rienda.
  • No te pensaba dar cuenta
  • tan presto de lo que trazo;
  • pero con tal prisa intenta
  • cumplir tu apetito el plazo
  • (no sé si diga en tu afrenta),
  • que, aunque mude intento, quiero
  • atajarla. Aquí ha venido
  • un bizarro caballero,
  • muy rico y muy bien nacido,
  • de Valladolid. Primero
  • que le admitas, le verás.
  • Diez mil ducados de renta
  • hereda, y espera más,
  • y corre ya por mi cuenta
  • el sí que a don Juan le das.
Doña Inés
  • ¿Faltan hombres en Madrid
  • con cuya hacienda y apoyo
  • me cases sin ese ardid?
  • ¿No es mar Madrid? ¿No es arroyo
  • deste mar Valladolid?
  • Pues por un arroyo, ¿olvidas
  • del mar los ricos despojos?
  • ¿O es bien que mi gusto impidas,
  • y, entrando amor por los ojos,
  • dueño me ofrezcas de oídas?
  • Si la codicia civil
  • que a toda vejez infama,
  • te vence, mira que es vil
  • defeto. ¿Cómo se llama
  • ese hombre?
Don Pedro
  • Don Gil.
Doña Inés
  • ¿Don Gil?
  • ¿Marido de villancico?
  • ¡Gil! ¡Jesús, no me le nombres!
  • Ponle un cayado y pellico.
Don Pedro
  • No repares en los nombres
  • cuando el dueño es noble y rico.
  • Tú le verás, y yo sé
  • que has de volver esta noche
  • perdida por él.
Doña Inés [Con ironía.]
  • Sí haré.
Don Pedro
  • Tu prima aguarda en el coche
  • a la puerta.
Doña Inés [Aparte.]
  • Ya no iré
  • con el gusto que entendí).
  • Dénme un manto.
Don Pedro
  • Allá ha de estar,
  • que yo se lo dije ansí.
Doña Inés [Aparte.]
  • ¿Con Gil me quieren casar?
  • ¿Soy yo Teresa? ¡Ay de mí!

(Vanse.)

[La huerta del Duque.]

(Sale Doña Juana de hombre.)

Doña Juana
  • A esta huerta he sabido que don Pedro
  • trae a su hija doña Inés, y en ella
  • mi don Martín ingrato piensa vella.
  • Dichosa he sido en descubrir tan presto
  • la casa, los amores y el enredo
  • que no han de conseguir, si de mi parte,
  • Fortuna, mi dolor puede obligarte.
  • En casa de mi opuesta he ya obligado
  • a quien me avise siempre; darle quiero
  • gracias destos milagros al dinero.
Рис.27 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Manuel Garcia y Rodriguez

Sale Caramanchel.

[Doña Juana.]

Caramanchel

[Sin ver a Doña Juana.]

  • Aquí dijo mi amo hermafrodita
  • que me esperaba; y vive Dios, que pienso
  • que es algún familiar que, en traje de hombre,
  • ha venido a sacarme de jüicio,
  • y, en siéndolo, doy cuenta al Santo Oficio.
Doña Juana
  • Caramanchel.
Caramanchel
  • ¡Señor! Bene venuto.
  • ¿Adónde bueno o malo por el Prado?
Doña Juana
  • Vengo a ver a una dama, por quien bebo
  • los vientos.
Caramanchel
  • ¿Vientos bebes? ¡Mal despacho!
  • ¡Barato es el licor, mas no borracho!
  • ¿Y tú la quieres bien?
Doña Juana
  • La adoro.
Caramanchel
  • ¡Bueno!
  • No os haréis, a lo menos, mucho daño;
  • que en el juego de amor, aunque os déis priesa,
  • si de la barba llego a colegillo,
  • nunca haréis chilindrón, mas capadillo.

[Suena música dentro.]

  • Mas ¿qué música es ésta?
Doña Juana
  • Los que vienen
  • con mi dama serán, que convidada
  • a este paraíso, es ángel suyo.
  • Retírate, y verás hoy maravillas.
Caramanchel [Aparte.]
  • ¿Hay cosa igual? ¡Capón y con cosquillas!

Músicos cantando; Don Juan, Doña Inés y Doña Clara, como de campo. [Doña Juana, Caramanchel.]

Músicos
  • Alamicos del prado,
  • fuentes del Duque,
  • despertad a mi niña
  • por que me escuche;
  • y decid que compare
  • con sus arenas,
  • sus desdenes y gracias,
  • mi amor y penas;
  • y pues vuestros arroyos
  • saltan y bullen,
  • despertad a mi niña
  • por que me escuche.
Doña Clara
  • ¡Bello jardín!
Doña Inés
  • Estas parras,
  • destos álamos doseles,
  • que a los cuellos, cual joyeles,
  • entre sus hojas bizarras
  • traen colgando los racimos,
  • nos darán sombra mejor.
Don Juan
  • Si alimenta Baco a Amor,
  • entre sus frutos opimos,
  • no se hallará mal el mío.
Doña Inés
  • Siéntate aquí, doña Clara,
  • y en esta fuente repara,
  • cuyo cristal puro y frío
  • besos ofrece a la sed.
Don Juan
  • En fin, quisiste venir
  • a esta huerta.
Doña Inés
  • A desmentir,
  • señor, a vuestra merced,
  • y examinar mi firmeza.
Doña Juana

[Aparte a Caramanchel.]

  • ¿No es mujer bella?
Caramanchel

[Aparte a su ama.]

  • El dinero
  • no lo es tanto; aunque prefiero
  • a la suya su belleza.
Doña Juana

[Aparte a Caramanchel.]

  • Pues por ella estoy perdido.
  • Hablarla quiero.
Caramanchel [Aparte a su ama.]
  • Bien puedes.
Doña Juana
  • Besando a vuesas mercedes
  • las manos, licencia pido,
  • por forastero siquiera,
  • para gozar el recreo
  • que aquí tan colmado veo.
Doña Clara
  • Faltando vos, no lo fuera.
Doña Inés
  • ¿De dónde es vuesa merced?
Doña Juana
  • En Valladolid nací.
Doña Inés
  • ¿Cazolero?
Doña Juana
  • Tendré así
  • más sazón.
Doña Inés
  • Don Juan, haced
  • lugar a este caballero.
Don Juan [Aparte.]
  • Pues que mi lado le doy,
  • con él cortesano estoy.
  • Ya de celos desespero.
Doña Inés [Aparte.]
  • ¡Qué airoso y gallardo talle!
  • ¡Qué buena cara!
Don Juan [Aparte.]
  • ¡Ay de mí!
  • ¿Mírale doña Inés? Sí.
  • ¡Qué presto empiezo a envidialle!
Doña Inés
  • ¿Y que es de Valladolid
  • vuesarced? ¿Conocerá
  • un don Gil, también de allá,
  • que vino agora a Madrid?
Doña Juana
  • ¿Don Gil de qué?
Doña Inés
  • ¿Qué sé yo?
  • ¿Puede haber más que un don Gil
  • en todo el mundo?
Doña Juana
  • ¿Tan vil
  • es el nombre?
Doña Inés
  • ¿Quién creyó
  • que un don fuera guarnición
  • de un Gil, que siendo zagal
  • anda rompiendo sayal
  • de villancico en canción?
Caramanchel
  • El nombre es digno de estima,
  • a pagar de mi dinero;
  • y si no…
Doña Juana
  • Calla, grosero.
Caramanchel
  • Gil es mi amo, y es la prima
  • y el bordón de todo nombre;
  • y en gil se rematan mil;
  • que hay pere gil, toron gil,
  • ceno gil, por que se asombre
  • el mundo de cuán sutil
  • es, cuando rompe cambray;
  • y hasta en Valladolid hay
  • Puerta de Teresa Gil.
Doña Juana
  • Y yo me llamo también
  • don Gil, al servicio vuestro.
Doña Inés
  • ¿Vos don Gil?
Doña Juana
  • Si en serlo muestro
  • cosa que no os esté bien,
  • o que no gustéis, desde hoy
  • me volveré a confirmar.
  • Ya no me pienso llamar
  • don Gil; sólo aquello soy
  • que vos gustéis.
Don Juan
  • Caballero,
  • no importa a las que aquí están
  • que os llaméis Gil o Beltrán.
  • Sed cortés, y no grosero.
Doña Juana
  • Perdonad si os ofendí;
  • que por gusto de una dama…
Doña Inés
  • Paso, don Juan.
Don Juan
  • Si se llama
  • don Gil, ¿qué se nos da aquí?
Doña Inés

[Aparte.]

  • Éste es sin duda el que viene
  • a ser mi dueño; y es tal,
  • que no me parece mal.
  • ¡Extremada cara tiene!
Doña Juana
  • Pésame de haberos dado
  • disgusto.
Don Juan
  • También a mí,
  • si del límite salí;
  • ya yo estoy desenojado.
Doña Clara
  • La música en paz os ponga.

(Levántanse.)

Doña Inés

[A Don Juan.]

  • Salid, señor, a danzar.
Don Juan [Aparte.]
  • Este don Gil me ha de dar
  • en qué entender; mas disponga
  • el hado lo que quisiere;
  • que doña Inés será mía,
  • y si compite y porfía,
  • tendráse lo que viniere.
Doña Inés
  • ¿No salís?
Don Juan
  • No danzo yo.
Doña Inés
  • ¿Y el señor don Gil?
Doña Juana
  • No quiero
  • dar pena a este caballero.
Don Juan
  • Ya mi enojo se acabó.
  • Danzad.
Doña Inés
  • Salga, pues, conmigo.
Don Juan [Aparte.]
  • ¡Que a esto obligue el ser cortés!
Doña Clara [Aparte.]
  • (Un ángel de cristal es
  • el rapaz; cual sombra sigo
  • su talle airoso y gentil.)
  • Con doña Inés danzar quiero.
Doña Inés [Aparte.]
  • Ya por el don Gil me muero;
  • que es un brinquillo el don Gil.

(Danzan las dos damas y Don Gil.)

Músicos (Cantan.)
  • Al molino del amor
  • alegre la niña va
  • a moler sus esperanzas:
  • quiera Dios que vuelva en paz.
  • En la rueda de los celos
  • el amor muele su pan,
  • que desmenuzan la harina,
  • y, la sacan candeal.
  • Río son sus pensamientos,
  • que unos vienen y otros van,
  • y apenas llegó a su orilla,
  • cuando ansí escuchó cantar:
  • Borbollicos hacen las aguas,
  • cuando ven a mi bien pasar;
  • cantan, brincan, bullen y corren
  • entre conchas de coral,
  • y los pájaros dejan sus nidos,
  • y en las ramas del arrayán
  • vuelan, cruzan, saltan y pican
  • torongil, murta y azahar.
  • Los bueyes de las sospechas
  • el río agotando van;
  • que donde ellas se confirman,
  • pocas esperanzas hay;
  • y viendo que a falta de agua,
  • parado el molino está,
  • desta suerte le pregunta
  • la niña que empieza a amar:
  • Molinico, ¿por qué no mueles?
  • Porque me beben el agua los bueyes.
  • Vio al amor lleno de harina,
  • moliendo la libertad
  • de las almas que atormenta,
  • y ansí le cantó al llegar:
  • Molinero sois, amor,
  • y sois moledor.
  • Si lo soy, apartesé,
  • que le enharinaré.

(Acaban el baile.)

Doña Inés
  • (Aparte a Doña Juana.)
  • Don Gil de dos mil donaires,
  • a cada vuelta y mudanza
  • que habéis dado, dio mil vueltas
  • en vuestro favor el alma.
  • Ya sé que a ser dueño mío
  • venís. Perdonad si, ingrata,
  • antes de veros rehusé
  • el bien que mi amor aguarda.
  • ¡Muy enamorada estoy!
Doña Clara [Aparte.]
  • ¡Perdida de enamorada
  • me tiene el don Gil de perlas!
Doña Juana

[Habla aparte con Doña Inés.]

  • No quiero sólo en palabras
  • pagar lo mucho que os debo.
  • Aquel caballero os guarda,
  • y me mira receloso.
  • Voyme.
Doña Inés
  • ¿Son celos?
Doña Juana
  • No es nada.
Doña Inés
  • ¿Sabéis mi casa?
Doña Juana
  • Y muy bien.
Doña Inés
  • ¿Y no iréis a honrar mi casa,
  • pues por dueño os obedece?
Doña Juana
  • A lo menos a rondarla
  • esta noche.
Doña Inés
  • Velaréla,
  • Argos toda a sus ventanas.
Doña Juana
  • Adiós.
Doña Clara [Aparte.]
  • ¡Que se va! ¡ay de mí!
Doña Inés
  • No haya falta.
Doña Juana
  • No habrá falta.

(Vanse Doña Juana y Caramanchel.)

[Doña Inés, Doña Clara, Don Juan, músicos.]

Doña Inés
  • Don Juan, ¿qué melancolía
  • es ésa?
Don Juan
  • Esto es dar al alma
  • desengaños que la curen,
  • y aborrezcan tus mudanzas.
  • ¡Ah, Inés! en fin, salí cierto.
Doña Inés
  • Mi padre viene; remata,
  • o para después olvida
  • pesares.
Don Juan
  • Voyme, tirana;
  • mas tú me lo pagarás.

(Vase.)

Doña Inés
  • ¡Ay, que me las jura, Clara!
  • Más quiero el pie de don Gil,
  • que la mano de un monarca.
  • Salen Don Martín y Don Pedro.

[Doña Clara. Músicos]

Don Pedro
  • ¡Inés!
Doña Inés
  • Padre de mis ojos,
  • don Gil no es hombre, es la gracia,
  • la sal, el donaire, el gusto
  • que amor en sus cielos guarda.
  • Ya le he visto, ya le quiero,
  • ya le adoro, ya se agravia
  • el alma con dilaciones
  • que martirizan mis ansias.
Рис.28 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Raimundo Madrazo

Don Pedro

[Habla aparte con Don Martín.]

  • Don Gil, ¿cuándo os vio mi Inés?
Don Martín
  • Si no es al salir de casa,
  • para venir a esta huerta,
  • no sé yo cuándo.
Don Pedro
  • Esto basta.
  • Milagros, don Gil, han sido
  • desa presencia bizarra.
  • Negociado habéis por vos;
  • llegad y dalda las gracias.
Don Martín
  • Señora, no sé a quién pida
  • méritos, obras, palabras
  • con que encarecer la suerte
  • que a tanto bien me levanta.
  • ¿Posible es que sólo el verme
  • en la calle os diese causa
  • a tanto bien? ¿Es posible
  • que me admitís, prenda cara?
  • Dadme…
Doña Inés
  • ¿Qué es esto? ¿Estáis loco?
  • ¡Yo por vos enamorada!
  • Yo a vos, ¿cuándo os vi en mi vida?
  • ¿Hay más donosa maraña?
Рис.29 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Francisco Javier Parcerisa

Don Pedro
  • Hija, Inés, ¿perdiste el seso?
Don Martín [Aparte.]
  • ¿Qué es esto, cielos?
Don Pedro
  • ¿No acabas
  • de decir que a don Gil viste?
Doña Inés
  • ¿Pues bien…?
Don Pedro
  • ¿Su talle no ensalzas?
Doña Inés
  • Digo que es un ángel, pues.
Don Pedro
  • ¿No le ofreces sí y palabra
  • de esposa?
Doña Inés
  • ¿Qué sacas deso?
  • Que de mis quicios me sacas.
Don Pedro
  • Que a don Gil tienes presente.
Doña Inés
  • ¿A quién?
Don Pedro
  • Al mismo que alabas.
Don Martín
  • Yo soy don Gil, Inés mía.
Doña Inés
  • ¿Vos don Gil?
Don Martín
  • Yo.
Doña Inés
  • ¡La bobada!
Don Pedro
  • Por mi vida, que es el mismo.
Doña Inés
  • ¿Don Gil tan lleno de barbas?
  • Es el don Gil que yo adoro
  • un Gilito de esmeraldas.
Don Pedro
  • Ella está loca, sin duda.
Don Martín
  • Valladolid es mi patria.
Dona Inés
  • De allá es mi don Gil también.
Don Pedro
  • Hija, mira que te engañas.
Don Martín
  • En toda Valladolid
  • no hay, doña Inés de mi alma,
  • otro don Gil, sino es yo.
Don Pedro
  • ¿Qué señas tiene ése? ¡Aguarda!
Doña Inés
  • Una cara como un oro,
  • de almíbar unas palabras,
  • y unas calzas todas verdes,
  • que cielos son, y no calzas.
  • Agora se va de aquí.
Don Pedro
  • ¿Don Gil de cómo se llama?
Doña Inés
  • Don Gil de las calzas verdes
  • le llamo yo, y esto basta.
Don Pedro
  • Ella ha perdido el jüicio.
  • ¿Qué será esto, doña Clara?
Doña Clara
  • Que a don Gil tengo por dueño.
Doña Inés
  • ¿Tú?
Doña Clara
  • Yo, pues; y, en yendo a casa,
  • procuraré que mi padre
  • me case con él.
Doña Inés
  • El alma
  • te haré yo sacar primero.
Don Martín
  • ¡Hay tal don Gil!
Don Pedro
  • Tus mudanzas
  • han de obligarme…
Doña Inés
  • Don Gil
  • es mi esposo. ¿Qué te cansas?
Don Martín
  • Yo soy don Gil, Inés mía,
  • cumpla yo tus esperanzas.
Doña Inés
  • Don Gil de las calzas verdes
  • he dicho yo.
Don Pedro
  • Amor de calzas…
  • ¿Quién le ha visto?
Don Martín
  • Calzas verdes
  • me pongo desde mañana,
  • si esta color apetece.
Don Pedro
  • ¡Ven, loca…!
Doña Inés
  • ¡Ay, don Gil del alma!
Рис.30 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Edouard Manet

Acto II

Рис.3 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

[Sala en casa de Doña Juana.]

(Salen Quintana y Doña Juana, de mujer.)

Quintana
  • No sé a quién te comparar:
  • Pedro de Urdemalas eres.
  • Pero, ¿cuándo las mujeres
  • no supistes enredar?
Doña Juana
  • Esto, Quintana, hasta aquí
  • es lo que me ha sucedido.
  • Doña Inés pierde el sentido
  • con la libertad por mí;
  • don Martín anda buscando
  • este don Gil que en su amor
  • y nombre es competidor;
  • mas con tal recato ando
  • huyéndole la presencia,
  • que, desatinado, entiende
  • que soy hechicero o duende.
  • Pierde el viejo la paciencia,
  • porque la tal doña Inés
  • ni sus ruegos obedece,
  • ni a don Martín apetece;
  • y de tal manera es
  • el amor que me ha cobrado,
  • que, como no vuelvo a vella,
  • desde entonces atropella
  • con pundonores de estado;
  • y como de mí no sabe,
  • no hay paje o criado en casa,
  • ni gente por ella pasa,
  • con quien llorando no acabe
  • que me busque.
Рис.31 Севильский озорник, или Каменный гость / El burlador de Sevilla y convidado de piedra

Manuel Garcia y Rodriguez

Quintana
  • Si te pierdes,
  • quizás te pregonará.
Doña Juana
  • A los que me buscan da
  • por señas mis calzas verdes.
  • Un don Juan que la servía,
  • loco de ver su desdén,
  • para matarme también
  • me busca.
Quintana
  • Señora mía,
  • ¡ojo a la vida, que anda
  • en terrible tentación!
  • Procede con discreción,
  • o perderás la demanda.
Doña Juana
  • Yo me libraré de todo.
  • Una doña Clara, que es
  • prima de mi doña Inés,
  • también me quiere de modo,
  • que a su madre ha persuadido,
  • si viva la quiere ver,
  • que me la dé por mujer.
Quintana
  • Harás notable marido.
Doña Juana
  • A este fin me hace buscar
  • casi, Quintana, a pregones,
  • por posadas y mesones,
  • sin cansarse en preguntar
  • por un don Gil de unas calzas
  • verdes, en Valladolid.
Quintana
  • ¡Señas son para Madrid
  • buenas! Bien tu ingenio ensalzas.
Doña Juana
  • El criado que te dije
  • que, en partiéndote de mí,
  • en la Puente recibí,
  • también confuso se aflige;
  • porque desde ayer acá
  • no ha podido descubrirme;
  • ni yo ceso de reírme
  • de ver cuál viene y cuál va,
  • buscándome como aguja
  • por esta calle, después
  • de saber de doña Inés
  • si me esconde alguna bruja,
  • y como no halla noticia
  • de mí, afirmará por cierto
  • que el dicho don Juan me ha muerto.
Quintana
  • Pondrále ante la justicia.
Doña Juana
  • Bien puede ser, porque es fiel,
  • gran servicial, lindo humor,
  • y me tiene extraño amor.
Quintana
  • ¿Llámase?
Doña Juana
  • Caramanchel.
Quintana
  • Pues bien, agora ¿a qué fin
  • te has vuelto mujer?
Doña Juana
  • Engaños
  • son todos nuevos y extraños
  • en daño de don Martín.
  • Esta casa alquilé ayer
  • con su servicio y ornato.
Quintana
  • Aunque no saldrá barato,
  • no es nuevo agora el haber
  • en Madrid quien una casa
  • dé, con todo su apatusco.
  • El por qué la alquilas busco.
Doña Juana
  • Oye, y sabrás lo que pasa.
  • Pared enmedio de aquí
  • vive doña Inés, la dama
  • de don Martín, que me ama.
  • Esta mañana la vi,
  • y dándome el parabién
  • de la nueva vecindad,
  • tenemos brava amistad;
  • porque afirma quiere bien
  • a un galán de quien retrato
  • soy vivo, y que en mi presencia
  • la aflige menos la ausencia
  • de su proceder ingrato.
  • Si yo su vecina soy,
  • podré saber lo que pasa
  • con don Martín en su casa;
  • y como tan cerca estoy,
  • fácilmente desharé
  • cuanto trazare en mi daño.
Quintana
  • Retrato eres del engaño.
Doña Juana
  • Y mi remedio seré.
Quintana
  • En fin, vienes a tener
  • dos casas.
Doña Juana
  • Con mi escudero
  • y lacayo.
Quintana
  • ¿Y el dinero?
Doña Juana
  • Joyas tengo que vender
  • o empeñar.
Quintana
  • ¿Y si se acaban?
Doña Juana
  • Doña Inés contribuirá;
  • que no ama quien no da.
Quintana
  • En otros tiempos no daban.
  • Vuélvome pues a Vallecas,
  • hasta ver destas marañas
  • el fin.
Doña Juana
  • Di de mis hazañas.
Quintana
  • Yo apostaré que te truecas
  • hoy en hombre y en mujer
  • veinte veces.
Doña Juana
  • Las que viere
  • que mi remedio requiere,
  • porque todo es menester;
  • mas, ¿sabes lo que he pensado
  • primero que allá te partas?
  • Que con un pliego de cartas
  • finjas que agora has llegado
  • de Valladolid en busca
  • de mi amante.
Quintana
  • ¿Y a qué fin?
Doña Juana
  • Trae sospechas don Martín
  • de que quien su amor ofusca
  • soy yo, que en su seguimiento
  • desde mi patria he venido,
  • y soy el don Gil fingido.
  • Para que este pensamiento
  • no le asegure, será
  • bien fingir que yo le escribo
  • desde allá, y que por él vivo
  • como quien sin alma está.
  • Dirásle tú que me dejas
  • en un convento encerrada,
  • con sospechas de preñada,
  • y darásle muchas quejas
  • de mi parte; y que si sabe
  • mi padre de mi preñez,
  • malograré su vejez,
  • o me ha de dar muerte grave.
  • Con esto le desatino,
  • y creyendo que allá estoy,
  • no dirá que don Gil soy.
Quintana
  • Voyme a poner de camino.
Doña Juana
  • Y yo a escribir.
Quintana
  • Vamos, pues:
  • darásme la carta escrita.
Doña Juana
  • Ven, que espero una visita.
Quintana
  • ¿Visita?
Doña Juana
  • De doña Inés.

(Vanse.)

Salen Doña Inés, con manto, y Don Juan.

Doña Inés
  • Don Juan, donde no hay amor,
  • pedir celos es locura.
Don Juan
  • ¿Que no hay amor?
Doña Inés
  • La hermosura
  • del mundo tanto es mayor,
  • cuanto es la naturaleza
  • más varia en él; y así quiero
  • ser mudable, porque espero
  • tener ansí más belleza.
Don Juan
  • Si la que es más varïable,
  • ésa es más bella, en ti fundo
  • la hermosura deste mundo,
  • porque eres la más mudable.
  • ¿Por un rapaz me desprecias,
  • antes de saber quién es?
  • ¡Por un niño, Doña Inés!
Doña Inés
  • Excusa palabras necias,
  • y mira, don Juan, que estoy
  • en casa ajena.
Don Juan
  • ¡Inconstante…!
  • No lograrás a tu amante.
  • A matar tu don Gil voy.
Doña Inés
  • ¿A qué don Gil?
Don Juan
  • Al rapaz,
  • ingrata, por quien te pierdes.
Doña Inés
  • Don Gil de las calzas verdes
  • no es quien perturba tu paz.
  • Así nos dé vida Dios,
  • que no le he visto después
  • de aquella tarde. Otro es
  • el don Gil que priva.
Don Juan
  • ¿Hay dos?
Doña Inés
  • Sí, don Juan, que el don Gilico,
  • o fingió llamarse así,
  • o si a vivir vino aquí
  • de asiento, te certifico
  • que de todos se burló.
  • El que de casa te ha echado
  • es un don Gil muy barbado
  • a quien aborrezco yo;
  • pero quiéreme casar
  • con él mi padre, y es fuerza
  • que por darle gusto tuerza
  • mi inclinación. Si a matar
  • estotro don Gil te atreves,
  • de Albornoz tiene el renombre;
  • y aunque dicen que es muy hombre,
  • como amor y ánimo lleves,
  • el premio a mi cuenta escribe.
Don Juan
  • ¿Don Gil de Albornoz se llama?
Dona Inés
  • Ansí lo dice la fama,
  • y en casa del Conde vive,
  • nuestro vecino.
Don Juan
  • ¿Tan cerca?
Doña Inés
  • Por tenerme cerca a mí.
Don Juan
  • ¡Y qué! ¿Le aborreces?
Doña Inés
  • Sí.
Don Juan
  • Pues si con su muerte merca
  • mi fe tu amor, el laurel
  • ya mi cabeza previene;
  • que te hago voto solene
  • que pueden doblar por él.

(Vase.)

[Doña Inés.]

  • ¡Ojalá! Que desta suerte
  • aseguraré la vida
  • del don Gil por quien perdida
  • estoy, pues dándole muerte,
  • quedaré libre, y mi padre
  • no aumentará mi tormento
  • con su odioso casamiento,
  • por más que su hacienda cuadre
  • a su avaricia maldita.

Doña Juana, de mujer, sin manto;Valdivieso, escudero viejo. [Doña Inés.]

Doña Juana
  • ¡Oh, señora doña Inés!
  • ¿En mi casa? El interés
  • estimo desta visita.
  • En verdad que iba yo a hacer
  • en este punto otro tanto.
  • ¡Hola! ¿No hay quien quite el manto
  • a doña Inés?
Valdivieso

(A ella, al oído.)

  • ¿Qué ha de haber?
  • ¿Qué dueñas has recibido,
  • o doncellas de labor?
  • ¿Hay otra vieja de honor
  • más que yo?
Doña Juana
  • No habrá venido
  • Esperancilla ni Vega.
  • ¡Jesús, y qué de ello pasa
  • la que mudando de casa,
  • hacienda y trastos trasiega!
  • Quitalde vos ese manto,
  • Valdivieso.

(Quítale y vase.)

[Doña Juana, Doña Inés.]

Doña Inés
  • Doña Elvira,
  • tu cara y talle me admira,
  • de tu donaire me espanto.
Doña Juana
  • Favorécesme, aunque sea
  • en nombre ajeno; ya sé
  • que bien te parezco, en fe
  • del que tu gusto desea.
  • Seré como la ley vieja,
  • que tendré gracia en virtud
  • de la nueva.
Doña Inés
  • Juventud
  • tienes harta: extremos deja;
  • que aunque no puedo negar
  • que te amo, porque pareces
  • a quien adoro, mereces
  • por ti sola enamorar
  • a un Adonis, a un Narciso,
  • y al sol que tus ojos viere.
Doña Juana
  • Pues yo sé quien no me quiere,
  • aunque otros tiempos me quiso.
Doña Inés
  • ¡Maldígale Dios! ¿Quién es
  • quien se atreve a darte enojos?
Doña Juana
  • Las lágrimas a los ojos
  • me sacaste, doña Inés.
  • Mudemos conversación,
  • que refrescas la memoria
  • de mi lamentable historia.
Doña Inés
  • Si la comunicación
  • quita la melancolía
  • y en nuestra amistad consientes,
  • tu desgracia es bien me cuentes,
  • pues ya te dije la mía.
Doña Juana
  • No, por tus ojos; que amores
  • ajenos cansan.
Doña Inés
  • Ea, amiga…
Doña Juana
  • En fin, ¿quieres te la diga?
  • Pues escúchame y no llores.
  • En Burgos, noble cabeza
  • de Castilla, me dio el ser
  • don Rodrigo de Cisneros,
  • y sus desgracias con él.
  • Nací amante (¡qué desdicha!),
  • pues desde la cuna amé
  • a un don Miguel de Ribera,
  • tan gentil como cruel.
  • Correspondió a los principios,
  • porque la voluntad es
  • cambio, que entra caudaloso,
  • pero no tarda en romper.
  • Llegó nuestro amor al punto
  • acostumbrado, que fue
  • a pagar yo de contado,
  • fiada en su prometer.
  • Dióme palabra de esposo…
  • ¡Mal haya la simple, amén,
  • que no escarmienta en palabras,
  • cuando tantas rotas ve!
  • Partióse a Valladolid:
  • cansado debió de ser.
  • Estaba sin padres yo,
  • súpelo, fuíme tras él,
  • engañóme con achaques,
  • y ya sabes, doña Inés,
  • que el amor que anda achacoso,
  • de achaques muere también.
  • Dábale su casa y mesa
  • un primo que don Miguel
  • tenía, mozo y gallardo,
  • rico, discreto y cortés.
  • Llamábase éste don Gil
  • de Albornoz y Coronel,
  • de un don Martín de Guzmán
  • amigo, pero no fiel.
  • Sucedió que al don Martín
  • y a su padre don Andrés,
  • les escribió desta corte,
  • (tu padre pienso que fué),
  • pidiéndole para esposo
  • de una hermosa doña Inés,
  • que, si mal no conjeturo,
  • tú sin duda debes ser.
  • Había dado don Martín
  • a una doña Juana fe
  • y palabra de marido;
  • mas no osándola romper,
  • ofreció este casamiento
  • al don Gil; y el interés
  • de tu dote apetecible
  • alas le puso a los pies.
  • Dióle cartas de favor
  • el viejo, y quiso con él
  • partirse al punto a esta corte,
  • nueva in de Babel.
  • Comunicó intento y cartas
  • al amigo don Miguel,
  • mi ingrato dueño, ensalzando
  • la hacienda, belleza y ser
  • de su pretendida dama
  • hasta los cielos; que fue
  • echar fuego al apetito,
  • y su codicia encender.
  • Enamoróse de oídas
  • don Miguel de tí: al poder
  • de tu dote lo atribuye,
  • que ya amor es mercader;
  • y atropellando amistades,
  • obligación, deudo y fe
  • de don Gil, le hurtó las cartas
  • y el nombre, porque con él
  • disfrazándose, a esta corte
  • vino, pienso que no ha un mes.
  • Vendiéndose por don Gil,
  • te ha pedido por mujer.
  • Yo, que sigo como sombra
  • sus pasos, vine tras él,
  • sembrando por los caminos
  • quejas, que vendré a coger
  • colmadas de desengaños,
  • que es caudal del bien querer.
  • Sabiendo don Gil su agravio,
  • quiso seguirle también,
  • y encontrámonos los dos,
  • siendo fuerza que con él
  • caminase hasta esta corte,
  • habrá nueve días o diez,
  • donde aguardo la sentencia
  • de mi amor, siendo tú el Juez
  • Como vine con don Gil,
  • y la ocasión siempre fue
  • amiga de novedades,
  • (que basta, en fin, ser mujer),
  • la semejanza hechicera
  • de los dos pudo encender,
  • mirándose él siempre en mí,
  • y yo mirándome en él,
  • descuidos. Enamoróse
  • con tantas veras…
Doña Inés
  • ¿De quién?
Doña Juana
  • De mí.
Doña Inés
  • ¿Don Gil de Albornoz?
Doña Juana
  • Don Gil, a quien imité
  • en el talle y en la cara,
  • de suerte, que hizo un pincel
  • dos copias y originales
  • prodigiosos esta vez.
Doña Inés
  • ¿Uno de unas calzas verdes?
Doña Juana
  • Y tan verdes como él,
  • que es abril de la hermosura,
  • y del donaire AranJuez
Doña Inés
  • Bien le quieres, pues le alabas.
Doña Juana
  • Quisiérale, amiga, bien,
  • si bien no hubiera querido
  • a quien mal supo querer.
  • Tengo esposo, aunque mudable;
  • soy constante, aunque mujer;
  • nobleza y valor me ilustran;
  • aliento y no celos, ten;
  • que despreciando a don Gil,
  • y viendo que don Miguel
  • tiene ya el sí de tu padre,
  • si sin ti le puede haber,
  • hice alquilar esta casa,
  • donde de cerca sabré
  • el fin de tantas desdichas
  • como en mis sucesos ves.
Doña Inés
  • ¿Que don Miguel de Ribera
  • el don Gil fingido fue,
  • que dueño tuyo y tu esposo
  • quiere que yo el sí le dé?
Doña Juana
  • Esto es cierto.
Doña Inés
  • ¿Que el don Gil
  • verdadero y cierto fue
  • aquel de las verdes calzas?
  • ¡Triste de mí! ¿Qué he de hacer
  • si te sirve, cara Elvira?
  • Y aun por eso no me ve;
  • que no le bastan dos ojos
  • para llorar tu desdén.
Doña Juana
  • Como a don Miguel desprecies,
  • también yo desdeñaré
  • a don Gil.
Doña Inés
  • ¿Pues deso dudas?
  • Hombre que tiene mujer,
  • ¿cómo puede ser mi esposo?
  • No temas eso.
Doña Juana
  • Pues ven;
  • que a don Gil quiero escribir
  • en tu presencia un papel,
  • que llevará mi escudero,
  • y su muerte escrita en él.
Doña Inés
  • ¡Ay, Elvira de mis ojos!
  • Tu esclava tengo de ser.
Doña Juana [Aparte.]
  • Ya esta boba está en la trampa.
  • Ya soy hombre, ya mujer,
  • ya don Gil, ya doña Elvira.
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